40 Principios escriturales para un ministerio saludableMuestra

25. El líder es más efectivo en el lugar secreto que en el campo de batalla.

“David... reunió a los hombres que estaban con él... y les dijo...: —Yo iré con ustedes. Pero sus hombres se opusieron terminantemente e insistieron: —No debe ir... es a usted al que buscan. Usted vale por diez mil de nosotros. Es mejor que nos ayude desde la ciudad...”, 2º Samuel 18:1-3a (NTV) y 3b (BNP). David era el hombre de la presencia; nadie podría ayudar a su ejército mejor que Él. ¿Cómo? Intercediendo. David era más útil en el lugar secreto que en el campo de batalla. Nuestro enemigo es espiritual y ningún recurso humano podrá debilitarlo. Nos cuesta creer que podemos ser efectivos y productivos demorándonos en el lugar secreto. La lógica nos dice que tenemos que hacer ‘algo’ y entonces hacemos y hacemos, pero con muy pocos resultados. Sin embargo, los hombres de Dios permanecen escondidos con Dios antes de hacer. ¡Los líderes son más útiles postrados ante Dios que peleando en el campo de batalla! En Éxodo 17 los amalecitas lucharon contra Israel “entonces Moisés le dijo a Josué: —Elige algunos... hombres y vayan a pelear... Yo me voy a parar mañana en la cima de la colina sosteniendo el bastón de Dios en mi mano. Josué obedeció... Cuando Moisés levantaba sus brazos, Israel ganaba la batalla; pero cuando bajaba sus brazos, Amalec comenzaba a ganar...”, Éxodo 17:9-11 (PDT). Es sorprendente la estrategia utilizada por Moisés para derrotar a los amalecitas. Cuando él levantaba los brazos, Israel ganaba; pero cuando los bajaba, el enemigo inclinaba la batalla a su favor. La victoria de Israel no se debió a los esfuerzos denodados de los soldados sino a las oraciones de su caudillo. ¡Las batallas espirituales se ganan en la cumbre del monte de la oración! Los principales dirigentes de la primera iglesia también aprendieron esta preciosa lección; pese al crecimiento explosivo que vivía la iglesia ellos decidieron perseverar en una sola cosa: LA ORACIÓN: “Nosotros persistiremos en la oración...”, Hechos 6:4.