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La seriedad del perdón

DÍA 5 DE 5

Es tiempo de perdonar

Cada uno de nosotros ha experimentado momentos en los que nuestros esfuerzos parecen inútiles, nuestros bolsillos tienen agujeros y nuestras ganancias se nos escapan de las manos. Nos encontramos con una dificultad tras otra, y no solo en nuestras almas, sino en nuestra vida cotidiana. La tensión se manifiesta a menudo como discordia relacional, una reprimenda de los más cercanos a nosotros. ¿Cómo manejamos estos casos cuando nuestro orgullo nubla nuestro juicio e impide nuestra capacidad de perdonar?

La esencia de este enigma reside en nuestra comprensión del perdón. Como seres a los que nuestro Creador ha perdonado una deuda infinita, a menudo olvidamos la magnitud de nuestras propias transgresiones cuando otros nos ofenden. Nos aferramos a una supuesta superioridad moral, dispuestos a pedir cuentas a los demás, olvidando nuestra propia fragilidad. Esto es producto del orgullo, y contrasta fuertemente con la humildad y la honestidad que debemos encarnar.

A menudo, nos encontramos humillados cuando nuestro orgullo se excede, cuando caemos y de repente exigimos lo que antes negábamos a los demás: el perdón. Esto puede ocurrir incluso en la misma relación en la que habíamos negado el perdón, lo que nos hace darnos cuenta de la gravedad de nuestros errores. Cuando nos humillamos, llegamos a comprender nuestra verdadera naturaleza: nuestra capacidad de perdonar y de pedir perdón.

El verdadero perdón, como exhorta nuestro Señor, debe proceder del corazón. Debe ser auténtico. No es un acto superficial ni una muestra de virtud. Es liberar a alguien de su deuda contigo, independientemente de que te lo pida o no.

¿Has experimentado este perdón divino? ¿Has sido lavado por la sangre de nuestro Salvador, Jesús? Si es así, ¿quién de nosotros puede afirmar que otra persona aún le debe algo? Habiendo sido perdonada tal deuda, ¿sigues aferrándote a la transgresión de otra persona, ahogándola con tu negativa a perdonar? Esto no es solo dureza de corazón, sino pecado. La falta de perdón es pecado.

Si te encuentras en esta situación, aunque estés verdaderamente perdonado, inevitablemente te encontrarás con los torturadores. El amor de tu Padre por ti no permitirá que esta falta de perdón perdure. Ya sea en tu alma, en tus circunstancias o en tus relaciones, serás disciplinado hasta que cedas y liberes a esa persona.

Así pues, te pregunto: ¿Los liberarás ahora? ¿Perdonarás de corazón a tu hermano o hermana? ¿Renunciarás a tu orgullo y, con humildad, saldarás la deuda que tienen contigo? La libertad de entregar tu caso a Dios y no buscar la justicia personal es indescriptible. Spurgeon, un famoso predicador del siglo XIX, dijo una vez: "Si alguien piensa mal de ti, no te enfades con él, porque eres peor de lo que él piensa que eres". Acepta la verdad de esta afirmación y perdona de corazón, como has sido perdonado. Es hora de liberar a los demás, como tú has sido liberado.

Este devocional se basa en un sermón de Richard Caldwell. Para escuchar este sermón y un episodio del Podcast Straight Truth relacionado con este mensaje, visita nuestro sitio web: https://straighttruth.net/subtle-shifts-from-the-sufficiency-of-scripture-in-biblical-counseling/

Día 4

Acerca de este Plan

La seriedad del perdón

¿Te cuesta perdonar? ¿Te has preguntado alguna vez por qué los cristianos estamos llamados a perdonar? No es natural para nosotros, pero cuando pasamos de la muerte a la vida, el perdón empieza a tener sentido al conocer el Evangelio. Si te cuesta perdonar, este es tu devocional.

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Nos gustaría agradecer a El Centro por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://straighttruth.net/