El "Roí" El Dios Que Me VeMuestra
Otro ejemplo de vida que ha cautivado mi corazón con relación al encuentro con el Dios que nos ve, tiene que ver con la vida de Job. Sabemos que a Job le sobrevinieron muchas cosas dolorosas a la vez. La Biblia dice que le sobrevenía una calamidad y no alcanzaba a respirar o a sobreponerse, y le venía otra, y otra. Todo le estaba saliendo mal, su situación no pudo ser peor. Iba de mal en peor (Job. 1:1-22, 2:1-10).
En medio de su situación tan lamentable, algo hermoso es ver a sus amigos que viajaron meses para ir a acompañarlo y al ver su estado tan deplorable, lloraron a su lado, por una semana (Job. 2:11-13). Pero claro, los amigos de Job a la semana, ya les parecía que había sido suficiente el llorar por sus calamidades, y a lo mejor pensaban: "Bueno Job, ahora tú te levantas, le metes ánimo a la vida y seguimos para adelante". Pero a Job una semana no fue suficiente y entonces a la semana Job cuestiona todo, desde el día de su nacimiento, su falta de paz, sosiego y sus calamidades. Y seguido a esto empieza una serie de diálogos y quejas o reproches para Job por parte de sus amigos a lo que Job les responde, es muy fácil para ustedes hablar, si estuvieran en mi lugar, entenderían (Job. 3:1-26, 6:1-30).
Y eso pasa, muchas veces podemos haber vivido una situación muy parecida, pero somos tan diferentes, nunca reaccionamos igual ante las calamidades de la vida o frente a ciertas situaciones que nos acontecen a diario. Hay gente, por ejemplo, frente a la anestesia le puede ir terrible, pero a otra no, hay gente que se recupera rapidísimo de una cirugía, otra no. Lo que debemos entender es que la experiencia de una persona frente a un hecho, es su experiencia. No podemos juzgar a los otros por las experiencias buenas o malas que nos pasaron frente a ciertas situaciones.
Y Job lo que dice es que: “Me gustaría que se pesaran mi dolor, que pesen mis desgracias”, dándonos a entender que las penas, calamidades de cada uno de nosotros tienen un peso diferente (Job. 6:1-4). En el fondo Job nos está diciendo que no es comprendido, y ese es el dolor de este texto, y solo los que ya hemos sido consolados entendemos lo que significa consolar a otros, los amigos de Job a lo mejor no habían sido consolados por eso no comprendían el dolor de Job. Para nosotros hoy, que hemos recibido el consuelo del Espíritu Santo en ciertas áreas de nuestra vida, logramos tener un poco más de empatía y de misericordia para con otros (2 Cor. 1: 4).
La historia de Job nos señala a Jesús, al hombre experimentado en quebranto, hecho para el sufrimiento, pero a su vez, al consolador que se reserva ese lugar de ser el único que nos comprende y entiende a cabalidad, aún en los momentos más difíciles de nuestra vida (Hb. 4:15-16).
¿Cuál es la invitación de esta reflexión? Que cuando estamos pasando por esos momentos donde no entendemos nada, donde sentimos que el dolor nos supera, donde no sabemos ni qué camino tomar, recordemos que el Señor sabe, el Señor entiende. Jesús, el que fue quebrantado en dolores y experimentado en quebrantos por amor a ti y a mí, se acerca, Jesús te mira a los ojos y te dice << Yo sé, por qué te duele tanto, y quiero sanarte, ayudarte>>, << Ven, conversemos, hablemos del tema, desenrollemos la pita, pero sé honesto/a conmigo, recuerda que Yo Soy el Dios que todo lo ve y todo lo sabe>> (Job. 42:4).
Pero, por favor mira al único, al que profundamente y verdaderamente le importas, el único que pagó el precio para poder darnos la sanidad, la libertad, la restauración que estamos necesitando. Con el tiempo he visto que hay personas que evitan mirar a Jesús, aún para recibir sanidad. Porque tienen tanta rabia, tanto dolor, que prefieren voltear el rostro para no mirarlo… Pero, Jesús sigue mirando, permite que Él te ayude a ver lo que tienes que ver y puedas ir a donde Él sabe que necesitas ir.
Escritura
Acerca de este Plan
Solo cuando logramos ir a Jesús y saber que Él es el Señor que nos ve, nos comprende, nos ama cómo somos, pero al encontrarnos con Él (como le pasó a Agar, a Job y a Pedro), no nos dejará igual. Y quién, por amor, nos enseñará a tomar Su yugo, y seguir su ejemplo de ser para ser instrumentos de su amor.
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