El "Roí" El Dios Que Me VeMuestra
Hola, he querido ponerle por título a esta serie de reflexiones 'El Roí'. En lo personal, me encanta este nombre de Dios, porque como sabemos, es uno de los primeros nombres con los que se le conoce o describe a Dios en el Antiguo Testamento. El Roí significa: 'El Dios que me ve'.
Quiero contarte que Isaías 53:1-12 es uno de mis pasajes preferidos de la Biblia, y que a veces siento que debo leerlo por lo menos una vez a la semana, como para enfocarme, como para entender de qué se trata esto. Isaías nos dice desde el versículo uno: '¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién ha revelado el Señor su brazo poderoso?'. Y miren esto, hay un mensaje, pero habla también del poder del Señor.
Nos encanta conectar lo del mensaje con el poder de Dios, nos encanta ver la victoria, la gloria. Pero, si no nos quedamos solo ahí, sigue diciendo el texto, creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable (versículos 1-2).
Sin duda, un mensaje de victoria y gloria, pero también un recordatorio del sufrimiento y la humildad de Jesucristo. Es muy bueno y muy alentador escuchar sobre el poder de la resurrección, pero a la vez es un ejemplo que tal vez quisiéramos evitar. La Biblia dice que Él cargó con el pecado de muchos e intercedió por los pecadores. Es importante para nosotros recordar el proceso que Jesucristo tuvo que pasar y pagar para darnos esta victoria y este mensaje de poder en el Señor.
¿Hay poder por qué? Porque Cristo murió por nosotros y resucitó. Todos hablamos de que hay poder en la oración, pero, ¿hay poder por qué? Porque Cristo murió por nosotros y resucitó.
Ahora, en lo personal, amo este versículo, cuando dice: 'Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores y experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro.' (versículo 3). ¡Y esto me impresiona! Cuando dice que todos evitaban mirarlo.
Y pienso que no hay una sensación más compleja y más dura, como cuando estamos viviendo una situación difícil y sentimos que nadie se da cuenta. O cuando vivimos situaciones o hacemos cosas y como que sentimos que a nadie le interesamos, que nadie nos ve. Que nadie entiende, como que nuestra realidad pasa desapercibida para los demás.
Y justo esto le pasó a Jesucristo, Él estaba hecho un varón de dolores, Él se había convertido en un Hombre experimentado en aflicción, experto en sufrimientos, como uno que los hombres esconden su rostro, como alguien que no merece ser visto.
No sé si a ustedes les ha pasado esto, a mí me ha pasado y me da durísimo; cuando yo voy caminando por algún lugar, y no tengo monedas, o no tengo algo de comer, y alguien postrado en un andén con la mano estirada, me empieza a pedir dinero. Y como yo sé que no tengo, en ese momento, entonces como que yo trato de no ver para no mirar para no tener contacto visual con la persona, porque me siento mal de no poder hacer nada.
Me siento mal porque no sé cómo ayudar en ese momento, o porque muchas veces nos incomoda el dolor ajeno. Porque como no sabemos manejarlo, entonces mejor me hago la desentendida, como que el tema no es conmigo, o no hacemos nada porque simplemente no queremos sentir dolor, no quiero ver el dolor, y no quiero mirarte en el dolor.
Pero, ¿saben qué es lo que realmente me impresiona, me impacta, me conmueve? Saber que el Hijo de Dios vivió esto. Cuando estaba meditando en esto, del porqué todos evitaban mirarlo, pensé en la Palabra de Dios en el Salmo 94:1 que dice: '¿Acaso no oirá el que nos hizo los oídos ni podrá ver el que nos formó los ojos?'. Hay dos cosas que amo de este versículo, pero sobre todo hay dos cosas que debemos pensar cuando leemos que al Señor todos evitamos mirarlo.
Primero, es no permitir el engaño del diablo, de creer o pensar que Dios no nos mira, o que Dios no se da cuenta cuando fallamos en algo, o que Dios no nos quiere mirar cuando pasa esto. Y segundo, que Dios no se da cuenta de mi situación o la dimensión de mi dolor, como que, no le importa. Pasa derecho, pasa de largo.
Por el contrario, es gracias a Jesucristo que hoy podemos entender que Él pasó por todo esto, no solo para identificarse con nosotros, sino también para que tú puedas entender que Él te entiende.
¿Cuál es la invitación de esta reflexión? Que puedas entender que cuando tú te sientes triste, hay Uno que, sí te entiende, que, sí comprende tu situación, tu dolor, tus preguntas. Su nombre es Jesucristo.
Lo mejor, es saber que Él se queda contigo y te acompaña, porque Él sabe lo que se siente cuando todos evitan mirarte.
Escritura
Acerca de este Plan
Solo cuando logramos ir a Jesús y saber que Él es el Señor que nos ve, nos comprende, nos ama cómo somos, pero al encontrarnos con Él (como le pasó a Agar, a Job y a Pedro), no nos dejará igual. Y quién, por amor, nos enseñará a tomar Su yugo, y seguir su ejemplo de ser para ser instrumentos de su amor.
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