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Las batallas que enfrentan las mujeres: la preocupación

La preocupación parece ser una parte natural de la condición humana. Nos preocupamos por todo, desde el futuro de nuestros hijos hasta lo que vamos a cocinar para la cena esa noche. La preocupación tiene la capacidad de consumirnos. A pesar de eso, servimos a un Dios sobrenatural que nos instruyó específicamente a no preocuparnos.

En nuestra lectura de las Escrituras en Mateo, Jesús nos dice que no podemos "servir a dos señores". Luego el siguiente verso dice, “POR ESO os digo que no os preocupéis…”. Jesús sabía que la clave para combatir la preocupación está ligada a nuestra adoración.

Vemos el mismo concepto en Proverbios 12:25. Señala que “la preocupación agobia a una persona…”. En hebreo, se infiere que la preocupación hace que el corazón de un hombre se incline o adore. La pregunta es: ¿a quién o qué estamos eligiendo adorar?

Cuando nos preocupamos, hemos tomado la decisión de someternos a algo que no es la soberanía de Dios. En mi corazón y en mi mente, he quitado a Dios del trono... y me he puesto allí en su lugar.

Entonces, ¿cómo podemos pelear la batalla de la preocupación?

• Perspectiva: Ryan Leak dice esto: "Siempre te resultará difícil descansar en medio de una tormenta cuando sientes que es tu responsabilidad calmarla". En Juan 16:33, Jesús nos dice que tendremos problemas, pero nos asegura que Él ha vencido todo lo que este mundo tiene para ofrecer. No tienes que preocuparte. Él sabía que ibas a pasar por momentos difíciles y lo tiene cubierto.
• Ponlo en su cuenta: a menudo cedemos a la preocupación porque hemos olvidado lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado. Una y otra vez en las Escrituras, vemos a Dios diciéndole a Su pueblo que recuerde. ¿Por qué? Porque tendemos a olvidar. Recordar la fidelidad de Dios en el pasado ayuda a eliminar el sentimiento de preocupación en el presente.
• Ora - Jimmy Evans lo expresó así: "Convierte tu lista de preocupaciones en una lista de oración.” La preocupación no logra nada, la oración lo cambia todo. En lugar de hablar con nosotros mismos, hablemos con Aquel que puede hacer algo al respecto.