Memoriza con un propósito y un planMuestra

«Desarrolla un carácter piadoso»

En mi devocional diario leo un salmo y un proverbio cada día. Mientras el proverbio me trae convicción, el salmo me trae compasión. Poner los dos juntos me recuerda el grandioso poder de Dios, que condena a través del Espíritu Santo, y al mismo tiempo, trae su compasión para suavizar el golpe. Una mañana leí Proverbios 14:23. Esas divinas palabras atravesaron mi corazón y me mostraron que no tenía una vida de integridad en el trabajo. Instruía a la gente a comprometerse a disciplinar sus vidas mental, emocional, física y espiritualmente, pero yo no hacía lo que enseñaba.

Hablaba la teoría, pero no la vivía. Esa mañana compartí este versículo con mis compañeros en el trabajo, y confesé mi carácter pobre. Fue justo poco después de comenzar a memorizar la Palabra de Dios, con gran pasión y con la motivación de este preciso versículo, que entendí que no quería ser más alguien que solamente hablara, sino alguien que pusiera por obra la Palabra de Dios. El Señor continúa usando este tesoro escondido en mi vida para recordarme que trabaje y viva con integridad.

Pedro reconoce que Dios nos da sus grandes y preciosas promesas… para que podamos participar de la naturaleza divina. Dicho de otra forma, la Palabra de Dios nos equipa para una nueva manera de vivir. Dios nos hace nuevas criaturas una vez que recibimos el regalo de la salvación. Somos hechos nuevos a sus ojos. Tomados por la justicia de Dios, porque Jesús tomó nuestro lugar primero, por simple respuesta a su llamada de redención. Entonces tenemos que responder como nuevas criaturas, creyentes recién nacidos en Cristo Jesús.

Debemos disfrutar, escudriñar, memorizar su Palabra, como leche pura, para crecer y madurar. En la carta a la iglesia en Colosas, Pablo informa a los colosenses que Épafras luchó en oración por ellos, para que pudieran estar firmes en toda la voluntad de Dios, maduros y completamente seguros. En mi propia vida, la madurez ha venido únicamente al obedecer y caminar en las verdades de la Palabra de Dios. No es fácil, pero produce una cosecha de vida correcta a quienes son entrenados por ella. Nos disciplinamos a nosotros mismos, no por la disciplina en sí misma, sino por el gozo que se establece ante nosotros: la cosecha.