Jesús, luz del mundo

Jesús continuó enseñando en el Templo después de la Fiesta de las Cabañas, también llamada Fiesta de los Tabernáculos. "Yo soy la luz del mundo", dijo. "Si me seguís, no tendréis que andar en tinieblas, porque tendréis la luz que lleva a la vida".

Durante la Fiesta de las Cabañas, a veces llamada Fiesta de los Tabernáculos, los israelitas viajaban a Jerusalén y vivían al aire libre durante una semana en cabañas, refugios que ellos mismos construían con ramas. Recordaban el Éxodo, cuando sus antepasados dejaron su vida de esclavos en Egipto para viajar a la Tierra Prometida, donde serían libres para adorar a Dios.

Al anochecer, los sacerdotes del patio del Templo encendían cuatro candelabros gigantes más altos que las paredes del patio. Cada candelabro tenía cuatro copas llenas de aceite. Cuando los sacerdotes terminaban, 16 copas iluminaban la ciudad más allá de los muros del Templo. Las brillantes luces recordaban a los judíos que una columna de fuego guiaba a sus antepasados a través del desierto por la noche.

De fondo, los músicos tocaban sus instrumentos: arpas y liras, flautas y trompetas, adorando al Señor. Los judíos bailaban al ritmo de la música, dejando que las luces les recordaran cómo la luz de la gloria de Dios llenaba el Templo.

Mientras la oscuridad descendía, Jesús se plantó en el patio del Templo y dijo a todo el mundo que Él era la luz del mundo. A cualquiera que decidiera seguirle, le prometía que no tendría que encontrar por sí mismo el camino a través de la oscuridad del pecado en un mundo roto. En su lugar, Él sería su luz, guiándoles a una nueva vida de libertad, sabiendo que sus pecados serían perdonados. Su luz los conduciría a una vida nueva.

La multitud le escuchó y consideró su lógica. Podían morir en las tinieblas de sus pecados o seguir la luz de Jesús, confiando en que Él les perdonaría y les proporcionaría la guía que necesitaban para salir de sus tinieblas y entrar en su luz. Muchos de ellos confiaron en que Él perdonaría sus pecados aquella noche.

Hoy tienes la misma elección. Puedes continuar viviendo en la oscuridad del pecado, contando con tus mejores esfuerzos para pasar tu vida, y luego morir en tus pecados. O puedes confiar en Jesús para que sea tu luz. Él puede perdonarte y guiarte a una nueva vida.

Escucha las palabras de Jesús. Puedes decirle hoy que has terminado de caminar en la oscuridad del pecado. Pídele que perdone tus pecados. Entrégale tu vida, y agradécele que ahora puedes caminar en la luz que Él provee.

Reflexiona:

¿Cómo caminas hoy en la oscuridad?

¿Cómo puedes confiar en que Jesús te guiará hacia su luz y su vida?

Ora:

Gracias por ser la luz del mundo. Hoy me niego a seguir viviendo en la oscuridad del pecado. En cambio, te entrego mi vida y te pido que perdones mis pecados. Gracias porque puedo caminar en la luz que tan generosamente me has dado. Sé la luz en mi mundo y ahuyenta las tinieblas.

Anne Marie Winz lleva mucho tiempo trabajando en Cru. Le gusta tomar café, leer buenos libros y hablar con sus amigas. Está casada con el increíble Mark Winz.