El Cuarto De EsperaMuestra
Mi tiempo de espera
Dios no quiere que nuestros corazones se enfermen y se llenen de amargura en el proceso de la espera. Como humanos solemos afligirnos por la demora de aquello que anhelamos, pero el reto es enseñarle a nuestro corazón a anclarse en la esperanza segura de que Dios es un Padre sabio, bueno y confiable, que conoce lo que nos conviene y siempre cumple lo que promete. Solo entonces podremos disfrutar de verdadera paz y seguridad mientras esperamos el cumplimiento del propósito que Él puso delante nuestro.
«Tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme» (Hebreos 6:19).
Yo he experimentado lo que es esperar y amargarme en la espera. Sé lo que es trabajar arduamente por algo que anhelas, ver que pasen los años y que no suceda. Si algo aprendí de esa experiencia es que amargarme y quejarme no causó que Dios se moviera más rápido. Al contrario, más bien parecía que entre más me molestaba, más se dilataba el proceso.
ONCE LARGOS AÑOS
Esos fueron los años que mi esposo y yo tuvimos que esperar para que se cumpliera nuestro anhelo de tener hijos. Durante ese tiempo, que se sintió como si fuera una eternidad, perdimos tres bebés. Cada pérdida era más dolorosa que la anterior, hasta que la amargura y la desesperanza se apoderaron de mí. Durante ese proceso lloré, me desesperé, peleé con Dios, dudé de Su amor por mí, pero nada de eso hizo que llegaran nuestros hijos. Todo cambió cuando dejé de luchar, rendí mis deseos a Sus pies y abracé Su voluntad. Ese día que acepté Su forma de hacerlo y Su tiempo para hacerlo, sucedió el milagro. Después de once años, llegó Alejandra Sofía, nuestra primera hija. Cuatro años más tarde nació Estefanía Grace, y dos años después llegó Daniel José.
Él, en su misericordia, me concedió el deseo de ser madre. Él necesitaba hacerme entender que los “no” no son el centro de mi vida; que mi vida dependía única y exclusivamente de mi Creador. Ser madre era un deseo muy grande de mi corazón, pero Dios lo hizo realidad en su tiempo perfecto.
Lee la historia de Ana en el libro de I de Samuel y verás como Dios también hizo el milagro en ella.
Oración:
“Padre gracias por los milagros que has hecho en mi vida y por los que vas a seguir haciendo. Gracias por los milagros que haces en otras personas, porque al verlos mi fe es fortalecida. Amén".
Acerca de este Plan
¿A quién le gusta esperar? Yo creo que a nadie. A través de este devocional quiero compartirte lo que aprendí en mis tiempos de espera.
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Nos gustaría agradecer a Jessica Dugand por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://jessicadugand.com/