Sal y luzMuestra
Cuando la Iglesia actúa como sal y luz, transforma vidas. Es el caso de Elizabeth, una abuela de 64 años que tiene catorce nietos y vive en Uganda. Hace ocho años, su iglesia empezó a usar los principios de Tearfund, lo cual ayudó a la iglesia local a trabajar dentro de su comunidad para atender las necesidades empleando sus propios recursos.
La comunidad de Elizabeth redescubrió el propósito de Dios para sus vidas. Ella dijo: “Estudiar la Escritura a través de este proceso ayudó a que nuestra iglesia despertara.”
En lugar de pensar que su iglesia no tenía nada, descubrieron que había recursos a su disposición. Unida, la comunidad identificó sus problemas más graves y empezó a trabajar en equipo para cambiar las cosas.
Antes la falta de agua era un problema. La gente tenía que caminar tres millas todos los días para buscar agua para cocinar, limpiar y beber. Este proceso les condujo a excavar pozos más cerca de casa.
También padecían una mortalidad muy elevada entre las mujeres que se ponían de parto. Con la clínica más cercana a ocho millas de distancia, si una mujer se ponía de parto durante la noche no había forma de conseguir ayuda. Por tanto, la comunidad formó a diez parteras.
La comunidad de Elizabeth ha cambiado mucho. Ahora la gente usa ladrillos para construir hogares más seguros, cría más animales, cava estanques para peces, planta árboles de cítricos y cultiva más. Se ha llevado a cabo una transformación increíble en su comunidad, porque la Iglesia buscó ser distinta, ser las manos y los pies de Jesús.
Acerca de este Plan
Jesús llama a la Iglesia a ser la sal de la tierra y la luz del mundo, cualidades esenciales para la vida abundante. Este estudio explora cómo debemos vivir siendo sal y luz en nuestro viaje cristiano.
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