Sal y luzMuestra

En la antigüedad, la sal era vital. Este mineral tenía usos medicinales como antiséptico natural para limpiar heridas y matar bacterias. La sal se usaba también para conservar la comida, especialmente en los climas cálidos donde la comida se echa a perder rápidamente, y para dar sabor, como hoy en día.  

En la Escritura, Jesús advierte a sus discípulos acerca de perder su salinidad. La sal que se usaba en aquella época se extraía de las orillas del Mar Muerto. Una mezcla impura de depósitos de sal que formaban una sustancia similar a la tiza, que se parecía a la sal, pero no tenía ninguna de sus propiedades. Con el correr del tiempo, la verdadera sal se disolvía, dejando un residuo inútil, solo adecuado para ser arrojado sobre la tierra.

Algo con la apariencia de la sal pero ninguna de sus utilidades resulta profundamente decepcionante. Por eso Jesús quiere que mantengamos nuestro salino carácter distintivo, para que podamos seguir teniendo impacto sobre el resto del mundo. Esto significa tener una buena relación con Él y seguir sus mandamientos.

La Iglesia está llamada a dar sabor a cada aspecto de la vida y la cultura, contrarrestando el impacto del pecado y el mal, para hacer del mundo un lugar mejor en el que podamos prosperar.