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LIBERTAD a través del Espíritu Santo
El cambio inicia admitiendo el problema y arrepintiéndose, pero necesitamos a Dios a nuestro lado para vencer a Satanás. Sin una relación con Jesús, ser libre de la adicción es prácticamente imposible. Cuando te haces un verdadero seguidor de Cristo, el Espíritu Santo se arraiga dentro de ti y te da el poder de convertirte en quien Dios te creó para ser. Este es el poder que necesitamos para ser libres de la adicción.
El Espíritu Santo nos conecta con Dios de las maneras más íntimas y poderosas posibles:
El Espíritu Santo habita entre nosotros todo el tiempo.
El Espíritu Santo nos da la esperanza y paz durante tiempos difíciles.
El Espíritu Santo nos provee poder en la tentación y nos da fuerza para resistir las pruebas.
El Espíritu Santo siembra en nosotros el deseo de Dios y hace crecer en nosotros el fruto del Espíritu, que incluye el dominio propio.
En otras palabras, el Espíritu Santo es nuestra línea de vida a la libertad. Sé que ser libres no es fácil, pero no estás peleando solo. Como creyente, tienes al Espíritu Santo dentro de ti quien te da el poder de cambiar.
Podrías decir que eres cristiano, pero seguir estando en luchas. Todos las tenemos y el proceso de cambio toma tiempo, pero el poder está en ti. Si lo arruinas de nuevo y te sientes como un fracasado, no te rindas. Sentirás deseos de esconderte de Dios, no ir a la iglesia o colocar la Biblia lejos de ti por un tiempo, pero todas esas cosas son deseos del enemigo.
Quiero animarte: La libertad es posible y puede ser duradera. Si lo arruinas, no te rindas. Y mantente buscando a Jesús ya que Él no se rendirá contigo.
LA LIBERTAD puede ser duradera por el poder del Espíritu Santo.
Padre Dios, gracias por el regalo de tu Espíritu Santo. Que tu Espíritu me guíe y me acerque más a Ti. Te doy el control de mis pensamientos y te pido que cambies mis deseos. Amén.
Acerca de este Plan
El porno es un campo de batalla con muchas víctimas, incluidas vidas y relaciones rotas. Nos desconecta de la realidad y afecta negativamente a nuestras expectativas sobre el sexo y el amor. Desencadena cambios en nuestro cuerpo que se vuelven adictivos y dañinos. Puede llevarnos a cometer otros pecados y, lo peor de todo, nos aleja del amor de Dios. Dios quiere ayudarte a liberarte del patrón de lujuria, culpa y promesas rotas.
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