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¡Tú, Reverdece!Muestra

¡Tú, Reverdece!

DÍA 3 DE 6

Mentalidad de hijo

Tal como estuvimos leyendo ayer, en la parábola del hijo pródigo, Jesús nos muestra dos hijos: uno que comete los pecados de la carne, y el otro, los pecados del alma; uno se va de la casa y el otro se queda. Ambos representan una mentalidad que debemos romper y otra que debemos recibir para poder reverdecer en el Reino. Sin embargo, en esta parábola también encontramos un elemento muy importante: la gracia que nos adoptó como hijos de Dios. Cuando nos damos cuenta de que Dios es nuestro Padre, Abba, y Papito lindo, comenzamos a recibir su paternidad espiritual y todo en nuestro ser comienza a cambiar. Comprendemos que Jesús nos ama, murió por nuestros pecados, nos limpió con su sangre, resucitó y nos sentó con Él en el cielo.

Ser hijo de Dios va mucho más allá de sentirnos que somos una creación y un miembro más de una iglesia. No se trata de ser un hijo con una mentalidad de esclavo y comportarse como un jornalero; es decir, hacer las cosas por obligación porque quiero ir al cielo y no al infierno. No. Nuestra visión de la vida tiene que cambiar; el porqué yo voy a la iglesia tiene que cambiar.

Necesitamos comprender que no podemos seguir viviendo de la misma manera porque Dios tiene algo mejor para nosotros. De esto se trata decidir correctamente y recibir por fe que soy hijo, gracias al sacrificio de Cristo en la cruz.

Muchas veces en nuestra vida como hijos de Dios, Él tiene que llevarnos a un “reset espiritual” en donde reconozcamos que hemos fallado, que necesitamos de Su favor y Su gracia para poder continuar y direccionarnos hacia el destino profético que Él ha pautado para nuestra vida.

El hijo pródigo reconoció que había fallado y esta es mi parte favorita de la parábola: para reconocer real y genuinamente que hemos fallado y que queremos cambiar, en nuestro interior debe ocurrir un verdadero arrepentimiento. El arrepentimiento incluye tres puntos importantes:

✔Un cambio de mente: recapacitó.
✔Un cambio de corazón: reconoció.
✔Un cambio de acción: se levantó y fue a su padre.

Estos tres elementos se manifestaron en la vida del joven pródigo: Él recapacitó y reconoció que se había equivocado y cambió su mentalidad. Luego, recibió la convicción en su corazón de que si iba donde su padre, aunque fuera como un jornalero, lo recibiría, sin verdaderamente conocer el corazón perdonador de su padre. Eso es la gracia: nos da lo que no merecíamos, en ocasiones pensamos que Dios no nos puede dar lo que hemos perdido por el pecado, cuando en realidad Él nos va a dar algo mejor porque realmente Él es un buen Padre. Ahí está el “reset” del hijo pródigo: volvió a vivir, estaba perdido, pero regresó a casa. Él reverdeció. No como él pensó, sino como su padre quería que él reverdeciera.

Solamente la gracia de Dios es la que nos lleva a la libertad, cuando entendemos que Jesucristo llevó nuestras culpas, pecados y maldades en la cruz. Entonces, comprendemos que por su Sangre nos justificó, nos limpió y somos libres.

Reflexiona:

En tu momento de intimidad con Dios, toma un lápiz y un papel. Comienza a responder cada pregunta y permite que Él, por su Espíritu Santo, susurre a tu corazón su respuesta para ti.

  • ¿Qué sentimiento de culpa o vergüenza tienes que soltar?
  • ¿Crees en tu corazón que realmente eres hijo de Dios?
  • ¿Entiendes que necesitas un “reset” en tu vida?
Día 2Día 4

Acerca de este Plan

¡Tú, Reverdece!

La gracia de Dios sobre nuestras vidas es la única que nos hace reverdecer, cambia nuestra identidad, nos hace herederos en Dios y partícipes de la vida eterna en Cristo Jesús. Por medio de este plan devocional, verás cómo Dios quiere que reverdezcas en cada proceso, estación, y temporada de tu vida. ¡Prepárate para reverdecer!

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Nos gustaría agradecer a Naiza Chinea Aponte por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.instagram.com/naysalynn/