Intimidad con DiosMuestra

INTIMIDAD A TRAVÉS DE LA ORACIÓN

“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3).

No a cualquiera uno le enseña sus álbumes de fotos familiares. No le explicamos a desconocidos quién fue el abuelo, mientras con el dedo señalamos sobre una amarillenta fotografía, con una delicada sonrisa en el rostro. No les mostramos el árbol genealógico sin más, ni les hablamos de las luces y las sombras de los que se fueron, o de la ternura de la madre, de los aciertos del papá que nos crio lo mejor que supo, de las felicidades y desventuras de nuestra niñez. No, eso uno lo hace solo con quien ha conectado en una forma profunda, y quiere premiar su amistad con sincera transparencia, con confesiones que los acerquen aún más. Les mostramos, solo a unas pocas personas, las cosas más amadas por nosotros, así como también las que despiertan repulsión o desasosiego.

Dios es así, por eso a Jeremías, preso en ese momento por los de su nación, sufriendo y desconsolado ante la dureza y rebelión de un pueblo que había sido llamado a la grandeza, le dice que clame, que ore, que le busque en medio del caos y la incertidumbre reinante. Le da una doble promesa: “te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”. No al pueblo insensato que eligió la desobediencia, sino a Jeremías, Dios le mostraría cosas grandes, le enseñaría en la intimidad de la oración aquello que le era vedado a los demás.

Ser enseñados por el Dios omnisapiente siempre será una gran ganancia, pero el magisterio divino no puede ser desvinculado de la oración. Por ello, si queremos mayor sabiduría, solo será posible a través de una vida de oración. Salomón recibió el don de la sabiduría cuando oró pidiéndola a Dios (2 Crónicas 1:10). Santiago ratifica esto cuando dice que, si necesitamos sabiduría, hemos de pedirla a Dios y él nos dará “abundantemente y sin reproche” (Santiago 5:1,6). El Señor va a mostrarle su “álbum de fotos” solo a quienes deseen y anden en intimidad con él.

Conocer a Dios es la aventura más emocionante en la que nos podemos embarcar. Cada día acercarnos a él, estar en él, vivir para él, ahí está la plenitud. Dios nos premiará mostrándonos cosas que no podemos saber a menos que, mediante una vida de oración, al fin las comprendamos correctamente. Nos mostrará a través de su Palabra cómo vivir con sabiduría, y gracias a eso, nos irá bien.