Encuentros Con Su GloriaMuestra

Ezequiel fue un sacerdote en el templo antes de que Israel fuese llevado al cautiverio en Babilonia. Y una vez exiliado, fue un profeta usado por Dios, primero para traer juicio sobre Israel al explicarles el porqué de su cautiverio, y después - una vez que Jerusalén fue destruida - trayendo esperanza sobre el futuro de Israel.

En este pasaje, Dios le muestra a Ezequiel un valle lleno de huesos secos. Estos representaban el pueblo de Israel y el estado espiritual en el que se encontraban. El hecho de que estaban secos, nos muestra que no estaban simplemente muertos, sino que llevaban bastante tiempo así. Los huesos secos representan lo que quedaba de lo que una vez fue.

Fue en medio de esta visión sin esperanza, que Dios le hace una pregunta interesante a Ezequiel al decirle: “¿vivirán estos huesos?”. Esta es la realidad de muchos de nosotros. Tenemos sueños y situaciones “totalmente secas” que murieron hace tiempo y que, si lo vemos con ojos terrenales, no parece que jamás revivan.

Puede que tu situación imposible sea la conversión de un familiar, una sanidad física, llevar a tus compañeros del trabajo al Señor o poder conseguir los papeles. En la historia de hoy, el encuentro con Dios que tuvo Ezequiel, no le lleva solo a ver lo obvio que ya sabía (el estado físico y espiritual del pueblo de Israel), sino que le lleva a ver con ojos de fe y esperanza. Dios le ordena a Ezequiel que le hable directamente a los huesos, y entonces es que sucede algo asombroso: el Espíritu entró en ellos, vivieron, se pusieron de pie y formaron un increíble ejército.

Sea cual sea tu situación “seca”, un encuentro con Dios puede abrirte los ojos para verla como Dios la ve y llenarte de fe y esperanza. De la misma manera que los huesos que vio Ezequiel necesitaban el Espíritu de Dios, nuestras situaciones imposibles necesitan la intervención sobrenatural del Espíritu, y con su Espíritu es que cualquier cosa muerta puede revivir.