Encuentros Con Su GloriaMuestra

Isaías era un profeta al que Dios usó grandemente para hablar al pueblo de Israel. Lo interesante es que él ya profetizaba durante años antes de tener este encuentro sobrenatural del que leemos en Isaías 6. Ya era “creyente”, como la mayoría de los que estamos haciendo este plan. Sin embargo, aunque ya conocía a Dios: había más de Dios disponible para él y Dios quiso mostrarle su gloria.

En Isaías 6, nos encontramos con la historia en la que Dios le abre los ojos espirituales y ¡es impresionante! Ve a Dios en su trono y oye a los serafines alrededor cantando “Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria”. Lo asombroso de los encuentros con Dios, es que nunca nos dejan indiferentes. Ante la majestad de Dios, Isaías reaccionó de dos maneras.

Lo primero que sucede es que, al ver la santidad y pureza de Dios, es consciente de su propia suciedad y su pecado y, por lo tanto, de su necesidad de ser purificado. Cae rostro en tierra, avergonzado por su estado, y Dios, en su inmensa misericordia, toca sus labios y lo limpia. Lo segundo que sucede, es que tiene una conversación sobrenatural con su creador. Si volvemos a leer el versículo ocho, casi podemos sentir el dolor que Dios tiene en su corazón por el mundo roto cuando pregunta “¿quién irá por nosotros?”. En este encuentro con la gloria de Dios, Isaías no sólo fue consciente de su propio pecado, sino también del amor que Dios tenía por el pueblo, ¿y cuál fue su respuesta? ¡Quiso ser parte del plan de Dios!

Encontrarnos con la gloria de Dios nos recalibra: nos recuerda que somos pecadores, pero también nos recuerda que Él nos limpió y nos puede seguir limpiando. Nos muestra que el mundo lo necesita, pero también nos invita a ser parte de la solución. Al igual que Isaías que no se quedó indiferente ante la gloria de Dios, encontrarnos con el Padre, debería causar una respuesta duradera en cada uno de nosotros. Quizás leer este pasaje te lleve a anhelar verle, quizás te lleve a pedirle que te muestre su corazón por el mundo que te rodea, o quizás debas tener un tiempo de arrepentimiento por tu pecado. Termina este tiempo en oración sincera de la manera que sientas que Él te está invitando a responder.