Matando la comparaciónMuestra

El versículo central de hoy es uno que escuchamos constantemente, pero creo que constantemente se nos escapa la profundidad de lo que nos dice. Acompañadme por un momento.

Jeremías 1:5 dice: "Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones".

Este versículo es usado a menudo para apoyar la idea de que la vida comienza en el vientre materno, pero si prestas atención dice algo mucho más profundo. Dice que ANTES de que fuéramos formados en el vientre Dios ya nos conocía. En otras palabras, incluso antes de que el espermatozoide se encontrara con el óvulo... antes de la concepción... Dios ya nos conocía. Dios nos apartó del resto antes de que naciéramos. En otras palabras, existía un propósito en nuestra identidad antes de que fuéramos concebidos. ¡¿No es increíble?!

Pero, a pesar de esta milagrosa y maravillosa verdad, muchos de nosotros nacemos originales y pasamos nuestras vidas como réplicas debido a la comparación tóxica. Yo no soy la excepción. Pasé muchos años persiguiendo la duplicación por esa comparación tóxica, tanto que gasté una importante suma de dinero en una intervención quirúrgica para conseguir un trasero más grande. Sí, has leído bien. Como mujer negra mi trasero plano era a menudo causa de bromas y burlas mientras crecía, así que cuando tuve la edad y la estabilidad económica suficiente para poder permitírmelo decidí solucionar el problema a través de la cirugía. Pero había un gran problema.

Durante el vuelo a Los Ángeles para someterme a la operación oí al Señor decir: "Nona, si hubiera querido que tuvieras un trasero grande te habría dado uno. No te lo di para que te mantengas humilde". Dado que conozco la voz de Dios debería haberme tirado en paracaídas del avión en ese mismo momento. En su lugar, le dije a Dios: "Señor, seré humilde... con un trasero grande". Adelantamos hasta seis meses después de gastar el suficiente dinero como para comprarme un coche, y... mi nuevo trasero se diluyó en mí. Después de volver a mi rigurosa rutina de fitness quemé toda la grasa que habían transferido a mi trasero.

Aunque ahora me río de aquello, mirando hacia atrás puedo ver cómo el poder de la comparación tóxica había infectado mi corazón. Me hizo creer que si conseguía tener cierta apariencia física sería finalmente hermosa. Pero aquí está el punto; la perfección no está en el ojo del observador, la perfección está en el ojo del Creador. Dios me había diseñado de forma perfecta para el propósito que tenía para mí. ¡Con trasero plano y todo! Y lo mismo ocurre contigo. Incluso tus defectos e imperfecciones sirven para un propósito en las manos de Dios. Y es por esto quematar la comparación requiere aprender a ver nuestras carencias como regalos intencionales de Dios.

Antes de nuestra próxima sesión ora a Dios para que te ayude a verte a ti mismo de la manera en que Él te ve: perfecto.