HechizadosMuestra
Arrebatados por la distracción
Vivimos en el siglo de las luces, pero no precisamente de las que apuntan a la ilustración, sentido común, o acierto (que serían posibles acepciones de esa palabra), sino a las que atrapan nuestros sentidos y nos entontecen hasta el punto de desviarnos de lo importante. Los destellos y fogonazos están vacíos de contenido en buena parte de las ocasiones, pero arrebatan mucho más que nuestra atención.
Esta es la época de los sentidos: ruido por doquier, distracciones las 24 horas del día, 7 días a la semana, cada día del año. Múltiples voces que nos atraen con todo tipo de mensajes que, lejos de iluminar, más bien se orientan a desviar y captar nuestra atención en pro de lo aparentemente urgente, dejando lo importante.
Somos inmediatistas. Nos cautiva lo que pasa en tiempo real. Da igual cuán importante sea el asunto que manejemos, cuando aparece algo relativo a los sentidos, aquello absorbe nuestros recursos atencionales y se nos hace fundamental, aunque no lo sea: una visión, una voz, el toque de algo o alguien, el gusto por lo que palpamos, la intuición de nuestro olfato.
Ponerle remedio a este asunto implica ir más contra-naturaleza que en cualquier otra cuestión, porque no solo hay que luchar algo que hay fuera: hay que pelear contra uno mismo, y eso son palabras mayores. Esa batalla solo se gana desde una nueva naturaleza, un ADN distinto. Por eso Pablo se dirige en estos términos precisamente a cristianos: no conformarse a este siglo y renovarse por medio de la transformación del entendimiento es, desde todo punto de vista, una acción sobrenatural de parte del espíritu de Dios sobre nosotros.
Este es el siglo de lo fascinante. Algunas tentaciones resultan más sensuales y obvias que otras, pero todas nos llevan a oscuridad. Ver las cosas desde la mente de Cristo que ahora es nuestra, sin embargo, sustituye las luces de este mundo por LA LUZ DEL MUNDO, la que echa fuera toda oscuridad, la que tiene para nosotros esa voluntad buena, agradable y perfecta.
Él no promete en vacío. No es superficial, como esta era y sus estímulos. Él hace todas las cosas nuevas, de dentro a fuera, y nos lleva a una vida nueva cuya percepción y vivencia no es por vista, oído u olfato, tampoco por gusto o tacto, sino por la fe en Cristo Jesús.
Escritura
Acerca de este Plan
Demasiadas cosas alrededor parecen fascinarnos y apartarnos de lo central: Cristo y Su cruz. ¿Cuántos falsos dioses alrededor nuestro confunden nuestros sentidos hasta el punto de tenernos como hechizados? ¿Por qué, habiendo palpado Su libertad, volvemos sobre los mismos lodos? Exploramos esto en este plan de 7 días. ¿Me acompañas?
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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://www.lidiamartin.com/