HechizadosMuestra
Absorbidos por el trabajo
Los días pasan rápido en nuestro mundo. Cada jornada tiene 24 horas, y no son más largas para unos que para otros. Sin embargo, cada vez más gente tiene la sensación de que todo pasa demasiado deprisa, que nos faltan horas, y que necesitamos justo lo que no tenemos: tiempo para trabajar más.
La ocupación mal entendida acentúa precisamente esta urgencia. Lo que en principio nos fue dado como elemento de bendición y vocación (recuerda que la institución del trabajo para el ser humano es previa a la caída), no tardó mucho en convertirse, no solo en algo que se viviría con el sudor de la frente, sino el otro elemento más de esclavitud para nosotros que, nos parece, promete salvación, cuando no puede proporcionarla. Desequilibrados trabajo y descanso, surgen como nuevos ídolos en nuestras ajetreadas vidas.
¿No es increíble la alucinante capacidad que tenemos para convertir todo lo que puede ser bueno en algo finalmente tortuoso, torcido y envenenado? En las partes del mundo donde la productividad está más súper-valorada es donde se percibe un desajuste mayor en ese sentido y esto, de nuevo, no es algo que solo alcance a las personas que no han conocido a Cristo, sino principalmente también a quienes, desde las mejores intenciones de una vida de productividad espiritual, incluso, en pro y para la obra del Señor, confunden esta con el Dios de esa obra.
La hiperactividad no es tampoco nuestro salvador funcional. Para muchos cristianos, precisamente porque lo que hacemos es para el Señor, el propio trabajo se convierte en el foco, origen y destino de infinidad de horas y esfuerzos que no surgen necesariamente de un llamamiento divino, sino de algo que nos hechiza apartándonos de lo principal, como le pasó a Marta respecto a su hermana María.
La elección consciente de la buena parte (Lucas 10:41-42) es algo a lo que se nos llama a todos. Significa no apartar la mirada del verdadero Salvador. Cualquiera que nos predique un evangelio distinto, ya sea de obras y ley, como les pasaba a los gálatas, o de acciones, esfuerzos y trabajo que nos señoree, como nos sucede tantas veces por nuestros propios desequilibrios e idolatrías, sea anatema, decía Pablo (que significa “maldito”) (Gálatas 1:8-9).
- ¿En qué invertimos nuestros esfuerzos bajo el Sol?
- ¿Dónde repercutirán?
- ¿Encontraremos el equilibrio entre cuidar los negocios piadosamente y no dejarnos absorber por ellos?
- ¿Estamos, en definitiva, escogiendo la buena parte?
Acerca de este Plan
Demasiadas cosas alrededor parecen fascinarnos y apartarnos de lo central: Cristo y Su cruz. ¿Cuántos falsos dioses alrededor nuestro confunden nuestros sentidos hasta el punto de tenernos como hechizados? ¿Por qué, habiendo palpado Su libertad, volvemos sobre los mismos lodos? Exploramos esto en este plan de 7 días. ¿Me acompañas?
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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://www.lidiamartin.com/