Buscando refugio: El corazón de Dios para los refugiadosMuestra

“Me lo hicieron a mí…”

La Biblia compara a la iglesia mundial con un cuerpo humano, con muchas partes distintas importantes para todo el cuerpo. Pablo escribe que cuando una parte de ese cuerpo sufre, las demás partes del cuerpo también sufren.

La terrible realidad es que muchos de nuestros hermanos y hermanas en el mundo sufren de persecución por el nombre de Jesús. En manos de gobiernos hostiles con la fe cristiana y cada vez más terroristas no estatales, los seguidores cristianos han sido martirizados. De hecho, el análisis Open Doors de Estados Unidos de América sugiere que el 2015 pudo haber sido el año más violento para los cristianos en la historia moderna.

Para ser solidarios con la iglesia perseguida, debemos hacer todo lo que podamos para detener esta terrible situación de persecución. Cada vez que sea posible, debemos luchar y orar por circunstancias tales como que a los cristianos no se les obligue a huir. Sin embargo, cuando deciden que huir es la única opción, las iglesias locales de los países a los que llegan también deben hacer todo lo posible para recibir a esos refugiados.

Entre 2003 y 2015, cerca de 340.000 cristianos profesos de una u otra cultura han sido admitidos como refugiados en los Estados Unidos, más que otros de cualquier otra tradición religiosa. Muchos de ellos han sido perseguidos específicamente por su fe en Jesús.

Imagina que te obligaran a huir de tu país porque insististe en seguir a Jesús. ¿No desearías que un hermano o una hermana cristiana en el país al que huiste te recibiera, ayudara a adaptarte y se lamentara contigo por lo que perdiste?

Al final, no se trata sólo de apoyar a tus hermanos y hermanas. Se trata de apoyar al mismo Jesús. Jesús se toma la persecución de Su iglesia de manera personal. Cuando confrontó a Saulo, quien había perseguido a cristianos, en el camino a Damasco, le preguntó: “¿Por qué me persigues?”. Él les explicó a Sus discípulos que, en el juicio final, quienes habían alimentado, vestido y recibido a los “más pequeños de estos” hermanos y hermanas sabrían que lo habían hecho para el mismo Jesús.

Preguntas de reflexión:

1. Imagina que te ves obligado a huir de tu país por tu fe cristiana, ¿a dónde irías? ¿Qué llevarías contigo? ¿Cómo desearías ser recibido en el país donde buscaste refugio?

2. ¿Qué acciones prácticas tomarías para ayudar a los refugiados que son perseguidos por su fe?