Nuestro Dios reinaMuestra

Como ciudadanos, también somos administradores. Pagamos impuestos, obedecemos las leyes y se espera que vivamos en paz unos con otros. Todos somos conscientes de que las personas difieren en sus opiniones sobre las políticas o leyes que crean el entorno más agradable para vivir nuestra vida cotidiana. Jesús nos instruye a obedecer las leyes y pagar nuestros impuestos (Romanos 13:1-2; Mateo 22:17-21). Estaba mucho menos preocupado por cualquier reino terrenal que estuviera en poder y mucho más centrado en Su reino eterno (Romanos 14:17). 

Jesús era Dios en la tierra, sabiendo toda la historia antes de Él y todo lo que vendría después de Él. Dios tiene el control total en todo momento. Nunca debemos preocuparnos ni sentirnos ansiosos. Jesús nos llama a ser buenos administradores de nuestro país obedeciendo a las autoridades gobernantes. Más importante que nuestra mayordomía como ciudadanos es nuestra mayordomía del llamado de Dios en nuestras propias vidas (2 Timoteo 1:9). 

Dios nos ha encargado a todos hacer discípulos de cada nación. Eso comienza con nuestras familias, compañeros de trabajo y amigos. Al administrar los dones que hemos recibido, estamos sirviendo a nuestro Altísimo Gobernante. Las leyes y reglas que debemos seguir aquí en la tierra se vuelven menos un obstáculo y más alegría. Los mandamientos de Dios siempre han reemplazado y reemplazarán las leyes de la humanidad. 

Ocasionalmente, la ley del hombre y la ley de Dios estarán en desacuerdo, entonces, ¿cómo podemos saber cuándo obedecer a Dios y cuándo obedecer al hombre? La respuesta simple es que nosotros, como cristianos, debemos obedecer la ley gubernamental, excepto cuando esa ley humana viole la Ley de Dios. Nuestro mayor deber es obedecer a Dios. Dado que Dios nos dice que también obedezcamos al gobierno humano, debemos hacerlo. Pero cuando las leyes humanas y las leyes de Dios entran en conflicto, debemos "obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29). Cuando administramos lo que Dios nos ha bendecido aquí en la tierra, obedeciéndolo a Él primero y luego al gobierno, le estamos dando la gloria. Estamos amando a Dios (Juan 14:21).