Nuestro Dios reinaMuestra
El fácil acceso a cantidades cada vez mayores de información puede dejar nuestro cerebro abrumado. La presentación digital de este material estimula nuestro cerebro y, de manera sutil y discreta, da forma a nuestras percepciones, puntos de vista y pensamientos. Confiar en Dios a través de la oración y la entrega diaria a Él es fundamental para arraigar plenamente nuestra identidad en Jesús.
A menudo queremos identificarnos con quién ocupa un cargo político; es por eso que votamos por alguien que se alinea con lo que creemos que son “buenos valores” o “políticas sólidas”. ¿Qué tan bien conocemos realmente a aquellos por quienes votamos? ¿Cómo podemos identificarnos verdaderamente con ellos? Las respuestas más simples son que nunca podremos conocer verdaderamente a una persona en particular y, en última instancia, nuestros niveles de identificación con los individuos variarán mucho de persona a persona (1 Corintios 2:10-11).
Únicamente Dios puede conocernos plenamente. Él incluso nos conoce mejor de lo que nosotros podríamos conocernos a nosotros mismos (Salmo 139:2-3). Cuando podamos tener nuestra identidad plena arraigada en Jesús, podremos comenzar a ver nuestro valor a través de los ojos de Dios. La identidad en Jesús nos libera de recibir una identidad del mundo y de la política.
Jesús dejó Su trono para hacerse humano, vivir entre nosotros e identificarse con todas nuestras luchas, decepciones y dificultades. Demostró que su identidad se encontraba plenamente en el Padre, permitiéndole resistir las tentaciones, elegir la compasión y seguir el camino de la obediencia en todo. Cuando encontramos nuestra identidad únicamente en Jesús, el panorama político se vuelve menos trascendente y difundir el evangelio de Jesucristo se vuelve más urgente. Con nuestra plena identidad en Jesús, no podemos ser sacudidos ni descarrilados de nuestro llamado final y nuestro fruto espiritual crecerá más allá de lo que podemos comprender (Mateo 28:18-20; Juan 15:5).
Acerca de este Plan
Este plan de lectura de cinco días se enfoca en las promesas de Jesús, así como en la naturaleza y carácter de Dios, independientemente de quién sea el presidente, primer ministro o monarca del momento.
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