Una sacudida de gozoMuestra

Josafat fue un buen hombre de su generación. Estaba dedicado a la reforma del reino y en proveer justicia. Como hombre de Dios, animaba a su pueblo a estar bajo la ley, a temer y servir a Dios de todo corazón. ¡Cómo nos gustaría encontrar hoy día un líder de este calibre!

Josafat lo estaba haciendo bien y vivía una vida de integridad cuando... ¡ZAS! Fue cegado por el enemigo que se acercó a su país y trajo guerra a su pacífico reino. ¡Vaya caradura la de los enemigos!

¡Vaya caradura la de tus enemigos también! Todos enfrentamos enemigos terribles y podríamos aprender una o dos lecciones del joven rey Josafat. Él volvió su atención para buscar al Señor. No perdió ni un minuto preocupándose o maldiciendo a Dios. Josafat resolvió que sus ojos estarían fijos en el Señor, sin importar que el enemigo estaba viniendo de frente contra la frontera de Judá.

Si quieres ganar la batalla del gozo, debes mantener tus ojos en el Señor. No malgastes tiempo preocupándote o con ansiedad. Decide en tu corazón que el Señor tendrá tu completa e indivisible atención, sin importar las circunstancias que estés atravesando.

A menudo cuando estamos en una batalla, de lo único que hablamos es de la batalla... del cancer... de la falta de dinero... de la pesada de tu suegra... de la rebelión de un hijo. ¡Habla del Señor cuando estés en una batalla! ¡Elige un fragmento de la Escritura y permanece en él!