Perdonar lo que no puedes olvidar: Un reto de 5 diasMuestra
DÍA CUATRO
Acerca de mi enojo
VERSÍCULOS: Efesios 4:26-27; Génesis 4:1-8
Incluso cuando preparamos de antemano nuestros corazones como lo discutimos ayer, habrá momentos cuando lleguemos al final del día y simplemente no podamos liberarnos de lo heridos que estamos.
En el pasado, aquí es cuando recurría y, lamentablemente, empleaba mal Efesios 4:26-27. Era tan conveniente citar este pasaje cuando alguien quería irse a dormir y yo todavía quería hablar sobre lo que estaba causando el conflicto.
“Ah no, no puedes pedir una pausa en este momento. Tenemos que seguir hablando porque la Biblia claramente dice: No se ponga el sol sobre vuestro enojo”.
Pero recientemente me di cuenta que las tres primeras palabras dicen: “sobre vuestro enojo”. Así que, no se trata de resolver todos los problemas relacionales antes de las 9:00 p.m. Está hablando de mi enojo, no de nuestra frustración.
Es como si el autor de Efesios, Pablo, dijera: “Tienes que lidiar con esta ira. No te quedes en tu cama y dejes que consuma tu mente. Si lo haces, saldrá de tu boca y revelará quién o qué te está dominando”.
Cuando busqué la primera vez que se menciona el “enojo” en la Biblia, me encontré que en Génesis 4:2-8 es donde encontramos el primer conflicto relacional en las Escrituras en la historia de Caín y Abel.
Hace años que conozco la historia de estos dos hermanos, pero pasé por alto un detalle realmente importante. Entre el enojo de Caín porque Dios no aceptó su ofrenda y el asesinato de su hermano, el Señor vino y habló con él. El Señor mismo le dijo a Caín: “¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero, si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo”. (Génesis 4:6-7)
Y de repente ya no es tanto la historia sobre Caín y Abel; Dios me está hablando. Él me está mostrando que lo que dejo que consuma mi mente, lo hace salir a través de mi boca, revelando la verdadera fuente de lo que está impulsando mis decisiones.
Aquí vemos esto en la historia de Caín y Abel:
- Mente: Caín se negó a humillarse y permitió que ese enojo se intensificara dentro de él.
- Boca: Caín no estaba dispuesto a dejar que el perdón saliera de sus labios.
- Lo que lo dominó: El pecado que estaba al acecho en su puerta lo dominó profundamente, tanto que mató a su hermano. Le dio a sus sentimientos el derecho de determinar sus actos, incluso después de que Dios vino y habló con él.
Qué poderoso recordatorio para no dejar que la ira y la frustración corran desenfrenadamente por mis pensamientos.
Es díficil cuando el dolor es tan fresco o la frustración es tan continua. Pero, ¿no es Dios tan bondadoso que nos da estos versículos en Efesios y vincula esta lección a algo que podemos ver todas las noches? A medida que el sol se pone, podemos recordar que es tiempo de hacer una pausa y dejar que Dios se ocupe de cualquier reacción fuerte o potencialmente dañina a las heridas que podrían consumirnos.
Podemos orar: “Padre, necesito que tu perdón fluya hacia mí y a través de mí en este momento para que tu espíritu pueda obrar en mí y limpie mi corazón”. Esto no minimiza o niega nuestro dolor; lo pone en las manos de Dios para que Él pueda ayudarnos a procesarlo mejor.
RESPONDER:
Aunque la mayoría de la gente nunca llegaría tan lejos como lo hizo Caín, ¿cuáles podrían ser algunas consecuencias devastadoras de negarse a permitir que Dios se ocupe de nuestros sentimientos de enojo y falta de perdón? ¿Cuáles son algunas formas saludables con las que puedes procesar emociones fuertes que se remueven cuando estás herido?
Escritura
Acerca de este Plan
¿Alguna vez te has sentido atrapado en un ciclo de dolor sin solución, recordando ofensas una y otra vez en tu mente? Sabes que no puedes continuar así, pero cuando tu corazón se ha hecho pedazos, el perdón parece una petición imposible. Lysa TerKeurst lo comprende profundamente y te invita a acompañarla en este Plan de lectura de 5 días de su nuevo libro Perdonar lo que no puedes olvidar y descubrir el don sanador de Dios.
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