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El discípulo a quien Jesús amaba

Se cree que el autor del evangelio de Juan es Juan quién fue uno de los primeros discípulos llamados por Jesús. Aunque se menciona su nombre en los otros tres evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, en realidad no se menciona en el evangelio de Juan. En cambio, se refiere a sí mismo en tercera persona con el apodo de "el discípulo a quien Jesús amaba". En otras traducciones también se le ha llamado “el discípulo amado".

Entonces, ¿por qué Juan no mencionó su propio nombre? ¿Fue egocéntrico al referirse a sí mismo como alguien a quien Jesús amaba? ¿Esto significa que Jesús amaba más a Juan y tenía un amor de segunda clase por los otros 11 discípulos? Algo a tener en cuenta es que Juan no solo se refería a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba", también se refirió a sí mismo en tercera persona. En Juan 20, él se llama a sí mismo “el otro discípulo".  No lo sabemos con certeza, pero los estudiosos y teólogos tienen algunas ideas sobre las elecciones de Juan. 

En primer lugar, el hecho de que su nombre real no se mencione en todo el libro de Juan podría llevarnos a reconocer su deseo de anonimato. Que realmente no quería que las personas se enfocaran en él sino en el Salvador del mundo y lo que Él ha hecho por la humanidad. Si el deseo de Juan realmente era ser lo más anónimo posible, entonces el apodo “el discípulo a quien Jesús amaba” estaría en consonancia con ese pensamiento. Es posible que la gente de todas las épocas se haya preguntado quién era el autor de Juan, y si ese es el caso, entonces su objetivo se logró. 

En segundo lugar, la forma en que Juan se refiere a sí mismo en su cultura es muy probable que sea diferente en nuestras culturas. Cuando él se llama a sí mismo, “el discípulo a quien Jesús amaba”, puede que solo estuviera enfatizando el poder de cambio de vida de Jesús y cómo Él cambió su vida. Míralo así: ese apodo sería similar a que nosotros nos pusieramos uno que hablara del amor de Dios por nosotros como “favorecido por Dios” o “apreciado por Dios”. O, incluso podríamos llamarnos “hijo de Dios”, pero ciertamente no queremos decir que otros no sean favorecidos, apreciados o hijos de Dios. 

En definitiva, podemos saber que Jesús ama a todos los seres humanos del planeta. Él vino a la tierra, murió por nosotros, y resucitó de la tumba, para que pudiéramos experimentar y disfrutar la eternidad con nuestro Padre en el cielo.