Fe por encima del miedoMuestra

Día 3-

El mayor enemigo de nuestra fe es el miedo. Cuando enfrentamos circunstancias difíciles, el miedo trata de entrar en nuestros corazones y mentes para anular nuestro fe en Jesús. Así como la luz es lo opuesto a la oscuridad, el temor es el opuesto de la fe.

Marcos 5 cuenta la historia de un hombre llamado Jairo. Él vino a Jesús porque su hija estaba enferma. Jesús aceptó ir a su casa. Mientras caminaban, fueron interrumpidos por una mujer quien se atrevió a tocar el borde de la vestimenta de Jesús. Inmediatamente, ella fue sanada. Jairo estaba ilusionado de ver ese milagro. Jesús estaba camino a su casa, ¡ por lo tanto su hija también sería sanada! Justo entonces, alguien se acercó a Jairo y le dio la devastadora noticia que su hija estaba muerta. Jesús inmediatamente dijo: "No temas; solo cree" Jesús sabía que Jairo necesitaba mantener el nivel de fe, y que no podía permitirse temer.

El miedo trata de hacernos creer algo diferente a lo que Dios dice. Si alguien está parado en una habitación oscura y enciende un fósforo, la luz supera a la oscuridad. Así como el más pequeño destello de luz disipa la oscuridad, una pequeña cantidad de fe disipa el temor. El Salmo 56 dice que cuando sentimos temor debemos poner nuestra confianza en Dios. Podemos creer que Él es más grande que cualquier cosa que nos está ocurriendo.

Si miramos todo lo que ocurre en el mundo hoy, es fácil que el miedo, la ansiedad, o a la preocupación gobierne nuestros sentimientos. En lugar de eso, debemos dejar que nuestra fe en Dios los guíe. Debemos mirar las promesas en la Palabra de Dios para aumentar nuestra fe en Su habilidad para ayudarnos a superarlo.

Filipenses 4 nos da la clave para sobreponernos al temor, "No teman por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y agradézcanle por todo lo que Él ha hecho." Ésto parece tan simple, y verdaderamente lo es. Cuando enfrentamos situaciones que nos preocupan, podemos, en cambio, echar nuestro pesar sobre el Señor, pidiéndole que supla nuestras necesidades. Cuando agradecemos a Dios por anticipado por ser fiel a Su Palabra, estamos ejercitando nuestra fe. El resultado de que ésto sea un hábito es que la paz de Dios hace su residencia en nuestra mente, lo que tranquiliza nuestros miedos, calma nuestros corazones, y fortalece nuestra fe.