Vivir renovado: Después del divorcioMuestra
Cuando te sucede a ti
Dios no quiere el divorcio para nosotros. Él diseñó el matrimonio para que sólo la muerte nos separare y Su corazón entristece cuando rompemos nuestra promesa. Cuando un matrimonio termina en divorcio, destruye a dos personas que se convirtieron en una. Es un dolor profundo que Dios nunca quiere que experimentemos.
Recuerdo cómo me sentí cuando mi esposo me pidió el divorcio. Fue una mezcla de conmoción y dolor. Estaba en una completa confusión intentando reconciliar la vida que teníamos con lo que él estaba describiendo. Sentía que la vida por la que habíamos trabajado tan arduamente se escurría entre mis dedos. No podía entender por qué. No podía recobrar el aliento.
Durante los siguientes días y semanas, intenté mantener la entereza mientras el mundo pasaba rápidamente a mi alrededor. Pensaba que yo era un artículo dañado que nadie querría jamás. Me sentí sucia, culpable y avergonzada. Me convencí de que yo no era suficiente, valiosa ni digna de amor porque, de lo contrario, él se hubiera quedado. Me rendí ante el temor y creí que era muy mayor como para volver a casarme y que me quedaría sola.
Tal vez tu historia es similar y no creas que eres valiosa porque él no se quedó ni luchó por ti. O a lo mejor no crees que eres digna de amor por lo que hiciste para terminar con tu matrimonio. Sin importar tus circunstancias, esas son todas mentiras. Ya sea que fueras engañada o fuiste tú quien tuvo el romance, te abandonaran o te fuiste, eres preciosa para Dios. Eres querida por el Creador del universo y Él te ama solo por ser tú.
En la profundidad de nuestro dolor, Dios no nos ve con desprecio. Al contrario, Él elige vernos a través del lente de la gracia y tiene compasión por nosotros. Nuestro Dios es más grande que cualquier cosa en este mundo. Si se lo permitimos, Él puede sanar nuestro dolor, redimirnos y usar nuestro pasado para crear algo hermoso.
Jesús, gracias por nunca darte por vencido conmigo. No merezco Tu gracia, misericordia ni amor, pero estoy eternamente agradecida por ello. Señor, sana este dolor en lo profundo de mi ser. Toma mi culpa y vergüenza. Reemplaza la mentira de que no soy suficiente con Tu verdad de que soy amada. Ayúdame a creer que soy preciosa, querida e irreemplazable. Gracias por renovar mi alma y nunca dejarme sola. Muéstrame el camino que está por delante y ayúdame a seguirte. En el nombre de Jesús, amén.
Acerca de este Plan
El divorcio aflige el corazón de Dios. Él odia vernos sufrir y cargando culpa, vergüenza y miedo. A pesar de nuestros errores, Él anhela que aceptemos Su gracia y sepamos que somos valorados, apreciados e irreemplazables. No importan tus circunstancias, este Plan te ayudará a encontrar la sanidad de tu divorcio, para que puedas vivir la vida redimida que Dios tiene para ti—una llena de esperanza, gozo y propósito.
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