PertenenciasMuestra

Cuando no tenía nada, aprendí la profundidad de las palabras "Dios Proveerá".

Una noche, me deperté y noté un brillo en las ventanas del dormitorio principal. Lo primero que se me vino a la mente fue "La casa de alguien se está incendiando".Salí de la cama, fui rápidamente afuera y vi el fuego. Pero el incendio no era en la casa de algún vecino. El fuego salía de los conductos de ventilación de nuestro ático.

Como se pueden imaginar, corrí de vuelta a la casa para despertar a mi esposo. Mi mente no estaba enteramente despejada, pero sí supe hacer una cosa: Sacar a mi tres hijos de la casa que se estaba incendiando. Me tranquilizé una vez que estuvimos afuera de manera segura.

Luego de unas horas, todo era completamente diferente. La idea, esto le pasa solamente a otras personas, estaba clavada en mi mente mientras procesaba todo lo que había pasado. Pero aún en lo peor de este tipo de traumas, creí que Dios proveería. Me aferré a esa certeza.

En tiempos de mucha pena y grandes pérdidas, te puedo asegurar que Dios proveerá de formas que nunca lo hayas imaginado. Él nos proveyó materialmente mediante familiares, amigos, y miembros de la iglesia que nos daban en abundancia. Él también nos sostuvo cuando estabamos mentalmente y emocionalmente cansados de la traumática experiencia que padecimos. Dios nos mostró Su asombrosa provisión en nuestras vidas, y luego hizo mucho más que eso para enseñarnos muchas lecciones de vida.

Aquí hay tres cosas que aprendí cuando nuestra familia perdió todo:

1. No fue tan doloroso como pensé que sería. Claro, no tenía zapatos, un cepillo de dientes, o una cama, pero mi esposo y mis hijos están vivos. Puedes comprar ropa, muebles, y una casa, pero no puedes reemplazar vidas humanas.

2. Son las cosas pequeñas las que importan. Perdimos todo. Tenía puesto shorts y una camiseta sin mangas cuando salí disparada de casa. Eso fue todo lo que me llevé. Sin embargo, mientras las semanas pasaban, encontramos cosas que sobrevivieron al incendio como la pieza de madera que usaba para medir la estatura de mis hijos, y un puñado de fotos antiguas. Encontrar estos recuerdos valían más que encontrar cosas como mi sillón favorito o un par de botas.

3. Dios es el dueño de todo. Sí, estas cosas eran nuestras, pero nunca lo hubiesemos tenido si no hubiese sido por la mano milagrosa y proveedora de nuestro gran Dios. Y confié que eso pasaría ya que si Él proveyó una vez, Él lo haría otra vez.

Te puedes encontrar en necesidad. Si esa es tu situación, te tengo buenas noticias. Dios provee para nosotros todos los días de formas milagrosas. Él te ve y sabe de tus necesidades y de tus deseos. Pídele. A Dios le gusta proveer para Sus hijos. Él proveerá para tus necesidades en Cristo Jesús. Si Él provee para las aves del cielo, ¿no proveerá para ti? Él lo hará con toda seguridad.

-Cindy