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Tres preguntas para gestionar tus emociones

La Biblia dice en 1 Pedro 4:2: “No pasarán el resto de la vida siguiendo sus propios deseos, sino que estarán ansiosos de hacer la voluntad de Dios” (NTV). 

¿Qué son los deseos humanos? Son tus emociones y tus afectos. Ahora que eres un seguidor de Cristo, tu vida debe estar controlada por la voluntad de Dios, no por cómo te sientes.

Permíteme darte tres preguntas sobre tus emociones cuando intentas descubrir cómo lidiar con lo que sientes. Cuando estés enojado, molesto o frustrado - lo que sea que sientas - haz estas tres preguntas:

1. "¿Cuál es la verdadera razón por la que siento esto?" Tal vez la respuesta sea miedo o preocupación. Tal vez se relacione con algo que tu papá te dijo hace años, y cuando tu esposo te lo dijo, sentiste toda la ira contra tu papá que tú reprimiste. 

2. "¿Es verdad?" ¿Es cierto lo que estás sintiendo en ese momento? Hay un punto en la Biblia en el que Elías se desanima tanto que acudió a Dios y se quejó: “Dios, soy el único en toda la nación de Israel que queda sirviéndote”. Y Dios lo desafió, diciendo: “¿Estás bromeando? ¡Tengo a todas estas personas que todavía me están sirviendo! ¡Estás actuando como si fueras el único que intenta hacer lo correcto en todo el mundo! No, eso no es verdad." 

3. “¿Lo que siento me ayuda o me hace daño?” ¿Conseguirás lo que deseas si continúas sintiéndote así? Muchos sentimientos que tenemos parecen naturales, pero en realidad son contraproducentes.

Digamos que vas a un restaurante y el servicio es extremadamente lento. Esperas mucho tiempo para que te sirvan y luego llega una pareja 15 minutos después y comen antes que tú. Te irritas cada vez más hasta que sientes que algo brota en tu interior. 

¿Cuál es la verdadera razón por la que te sientes así? ¡Tienes hambre!

¿Es verdad? Sí. Estás frustrado porque el servicio es lento. ¿Pero tu emoción te ayuda o te hace daño? ¿Obtienes un mejor servicio enfadándote con el servidor? En Absoluto. 

¿Funciona regañar? ¿Ha funcionado alguna vez? Cuando alguien te dice todas las cosas que estás haciendo mal, ¿te dan ganas de cambiar ¡No! Lo único que hace es ponerte a la defensiva. 

Cuando te haces estas tres preguntas, comprenderás mejor por qué te sientes así y qué debes hacer para mejorar la situación.

Eso se llama gestionar tus emociones. 

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