Guía tu mente, guarda tu corazón y cuida tu lenguaMuestra

Habrá una lucha feroz si tu objetivo es lograr una mente limpia. Esta lucha no es una escaramuza menor, ni una mera pelea; es una guerra total entre tú y el que sabe que si puede controlar tu mente será capaz de controlar tu propia vida. Aunque el conflicto en el que te enfrentes será intenso y, a veces, más vicioso de lo que puedas imaginar, déjame contarte dos hechos sorprendentes y vitales al respecto.

En primer lugar, ¡el enemigo ya ha perdido! Su poder ha sido despojado de él por el Campeón de la eternidad, Jesucristo. Su papel en esta batalla desequilibrada es simplemente llegar a un acuerdo con Aquel que es Victorioso. En segundo lugar es que la única estrategia que usa el enemigo es el engaño; cualquier cosa que te diga es una absoluta y ridícula mentira.

Se te garantiza la victoria en esta batalla antes incluso de comenzar la lucha simplemente porque tienes a Jesús de tu lado. Si anhelas limpiar tu mente y tener los pensamientos de Dios Mismo, entonces debes asociarte con Jesús y el Espíritu Santo. La batalla se libra en tres escenas de conflicto: primero, la de la verdad; segundo, la oración; y tercero, el culto.

La fuerza humana y la perspicacia no son suficientes para ganar este conflicto vital sobre tu mente; debes combatir y ganar a través de pensamientos victoriosos y verdaderos de Dios que se encuentran en Su Palabra invencible. Nuestro esfuerzo en esta lucha debe ser continuo y diario. Debes ingerir la Palabra de Dios todos los días para tener una mente que piense como Dios. Debes estar comprometido con los tiempos diarios de oración e intercesión para recibir pensamientos de poder de la Sala del Trono. Y, debes optar por adorar fuerte y alegremente todos los días con el fin de limpiar tu mente del desorden que el enemigo ha dejado allí.

Aplicación personal:

Encuentra un compañero de oración y pídele que ore contigo sobre tu mente y tus pensamientos. Sé responsable y veraz con este amigo de confianza mientras limpias tu mente con el poder de la oración.