La ley del Reino: la ley del perdónMuestra

El perdón cambia el futuro

La mejor venganza hacia un enemigo o hacia alguien que nos hizo daño es el perdón. Porque en la medida que no perdonamos, permanecemos unidos a esa persona, seguimos recordándola. Esa persona seguirá siendo parte de nuestra vida mientras no la perdonemos, y esa herida va a seguir sangrando cada día y haciendo que el rencor crezca.

El perdón no tiene poder para cambiar el pasado, pero sí cambia el futuro. Tu futuro no debe verse afectado, desperdiciado u oscurecido por lo que alguien te hizo hace años, a menos que tú lo permitas. Si decides perdonar, el futuro va a ser diferente. ¿Por qué? Porque la amargura puede convertirse en alegría, la oscuridad en algo lleno de luz, el llanto se convierte en risa y el dolor en algo placentero. ¡Ese es el poder que tiene el perdón! El perdón cambia nuestro presente y nuestro futuro. «El pasado quedó en el pasado.» Como dijo un artista: «Ya lo pasado pasadoooooo, no me intereeeesaaa». Ya sufrí, ya lloré, todo quedó en el ayer «ya olvidéééé».

¿Qué debemos perdonar y qué no? ¿Hasta dónde debemos perdonar? Uno de los discípulos de Jesús tenía esta pregunta. ¿Cuántas veces debo perdonar? ¿Cuántas ofensas debo perdonar? Estoy más que seguro, conociendo el carácter de Pedro hasta ese momento, que hizo esa pregunta porque manifestaba rencores, odios y resentimientos. Además tenía un carácter violento, tenía algo contra algunos de los que le habían hecho daño, incluso contra otros discípulos, por las pequeñas fricciones que existieron entre algunos de ellos.

Pedro aprovechó para preguntar a Jesús acerca de cuántas veces debía perdonar al que le ofendiera. La pregunta fue precisa y clara. Incluso tenía una medida, un número con el que pensó impresionar al Maestro diciendo: «¿Hasta siete veces?» Quizás esperaba que Jesús le dijera: «¿Cómo crees que tanto? ¡No seas tan perdonador»! Pedro seguramente estaba dispuesto a perdonar una vez, tal vez dos. Pero dijo: «Voy a impresionar a Jesús al preguntarle si debo hacerlo siete veces.» La respuesta de Jesús fue: «No te digo hasta siete», y en ese momento Pedro pensó: «¡Va a decir que son menos!» Pero, ¡oh sorpresa! El Maestro añade: «¡Hasta setenta veces siete!»

Esa expresión no se refiere a un número específico de veces. No le dijo que invirtiera toda la vida, o todo el año, el mes, la semana, el día, o la hora, en contarlos y acumularlos hasta llenar un cupo. ¿A qué se refería ese setenta veces siete? Lo que Jesús estaba enseñando es que el perdón es ilimitado. Es decir, no es una cantidad, sino una disposición del corazón para «siempre volver a perdonar».