Seguridad Eterna Muestra
¿Qué hay de Jesús y el Espíritu Santo?
Como ya hemos visto en Hebreos 10, el nudo corredizo del ahorcado ha sido quitado del cuello del creyente por siempre debido a la muerte de Cristo. Negar esta verdad es decir que la sangre de Cristo no fue lo suficiente buena para cubrir todos nuestros pecados independientemente del tiempo, grado o confesión. Eso significaría que la obra de Cristo no fue suficiente, y ahora debemos agregar nuestras buenas obras a la de Él para mantener nuestra salvación. ¡Qué insulto a nuestro Señor y Salvador!
En 1 Juan se nos dice que, como pecadores, tenemos un abogado con nuestro Padre, el cual es Cristo Jesús. Él es la propiciación por nuestros pecados. Cuando pecamos después de la salvación, Jesucristo actúa como nuestro abogado para defendernos contra el dedo acusador de Satanás. Nuestro abogado apoya su caso con su propio derramamiento de sangre. Él simplemente afirma que las deudas acumuladas por nuestros pecados han sido pagadas en su totalidad. Caso cerrado.
Adicionalmente, la palabra de Dios también dice que Jesús es nuestro intercesor. En Hebreos leemos que Cristo siempre vive para interceder por aquellos que ha salvado. Decir que un creyente salvo se puede perder no dice mucho sobre la vida de oración de Cristo, ¿cierto? De este modo, la obra pasada de Cristo en la cruz y la obra presente en oración apoyan la doctrina de la seguridad eterna.
¿Qué podemos decir sobre el Espíritu Santo? Cuando uno se convierte en cristiano, el Espíritu Santo llega a vivir dentro de él. De acuerdo a Cristo, el Espíritu Santo es nuestro consolador que permanece y habita dentro de nosotros por siempre. El Espíritu Santo nos ha sellado para el día de la redención. El sello tenía tres usos durante los tiempos del Nuevo Testamento. En primer lugar, autenticar. Pablo dijo que los corintios eran el sello de su apostolado. Ellos lo autenticaron como un apóstol. El Espíritu Santo nos marca como cristianos auténticos. En segundo lugar, proteger. El libro de Apocalipsis habla acerca de 144.000 que están sellados; es decir, están protegidos de la muerte. El sello del Espíritu Santo nos protege de la segunda muerte, el cual es la separación eterna de Dios. En tercer lugar, indicar la propiedad. El sello era como una marca en un ganado, una marca de propiedad. Nosotros somos posesión comprada de Dios. Claramente, la morada y el sellamiento del Espíritu Santo señalan hacia la protección permanente de Dios que tenemos hasta el día de la redención. Esa es la seguridad eterna. No es nuestro poder perseverante lo que garantiza nuestra salvación. El poder infinito y amor incondicional del Padre, el sacrificio de una vez por todas del Hijo, la morada permanente y sellado protector del Espíritu Santo– todas estas contribuciones se suman a una conclusión: nuestra seguridad eterna. Cualquier negación de la seguridad eterna se convierte en un ataque contra el carácter y la obra de Dios.
Acerca de este Plan
Este devocional de 7 días te ayudará entender por qué tu salvación en Cristo es seguro y abarcar el tipo de vida que Dios desea que vivas.
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