Seguridad Eterna Muestra
El apoyo básico
Unos se refieren a la doctrina de la seguridad eterna como “la perseverancia de los santos”. Quizá una expresión mejor sería “la preservación de los santos”. La primera enfatiza el esfuerzo del hombre, mientras que el segundo se enfoca en los esfuerzos de Dios. En el análisis final, la seguridad eterna del creyente se basa en el poder de Dios para preservar los santos, no en el poder de los santos para perseverar. Es como el padre que estaba guiando a su hijito a través de una intersección concurrida, tomados de la mano. Casi llegaban al otro lado de la calle cuando el hijito se tropezó y cayó. Pero antes de que pudiera tocar el suelo, el poderoso brazo derecho de su padre lo jaló hacia la banqueta con un gran movimiento. Contento, el hijito miró a su padre y exclamó, “Me aferré a ti, ¿no fue así, papi?”. Su padre sonrió y respondió a sabiendas, “Sí, lo hiciste, hijo; pero yo me aferré de ti primero”. Es Dios aferrándose a nosotros, no nosotros aferrándonos a Él, que se encuentra en el centro de la seguridad eterna. A la luz del hecho de que la seguridad eterna depende de la persona y la obra de Dios, la mejor evidencia para esta doctrina viene de la contribución que cada miembro de la Trinidad hace hacia la preservación de los santos. Por lo tanto, miremos dos contribuciones hechas por la Trinidad que se suman a la seguridad eterna.
Primeramente, Su omnipotencia. Numerosos versículos dan testimonio de la capacidad de Dios para preservar a Sus hijos, y la incapacidad de cualquier persona o cosa para vencer Su poder. Dios ha prometido la vida eterna a todos los que creen. Él es capaz de realizar lo que ha prometido. Decir que uno puede perder su salvación es decir que Dios no puede evitar que la pierda. ¿Quién es más poderoso, Dios o nosotros? La negación de la seguridad eterna es negar la omnipotencia de Dios.
En segundo lugar, Su amor incondicional. El carácter incondicional del amor de Dios lo eleva varios niveles por encima del amor del hombre. Dios demostró Su amor hacia nosotros mientras éramos pecadores al enviar a Su Hijo a morir por nosotros. No merecíamos Su amor por causa de nuestros pecados. Dios nos ama mucho más ahora que somos Sus hijos que cuando éramos sus enemigos. Si nuestros pecados no detienen el derramamiento de Su amor antes de la salvación, ciertamente no lo detendrán después de la salvación. El gran poder del Padre y su gran amor apoyan la doctrina de la seguridad eterna.
Acerca de este Plan
Este devocional de 7 días te ayudará entender por qué tu salvación en Cristo es seguro y abarcar el tipo de vida que Dios desea que vivas.
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