La Depravación Total

La Depravación Total, la primera de las Doctrinas de la Gracia, dice que los seres humanos no son intrínsecamente buenos después de todo. Cada parte de ellos está atada por el pecado y la corrupción. No pueden hacer nada por sí mismos para agradar o reconciliarse con un Dios santo. Son incapaces de elegir conocer y amar a Dios, o de realizar cualquier bien espiritual sin la regeneración previa del Espíritu Santo. Y todo el mundo está afectado; ningún ser humano es más o menos depravado que otro, por mucho que se manifieste más abiertamente en unas personas que en otras. Recuerdo sentirme tan aliviado cuando aprendí esto, porque finalmente tenía sentido por qué deseaba hacer lo que agradaría a Dios, pero fallaba una y otra y otra vez en cambiarme a mí mismo para cumplir con esos estándares.

Lo que la doctrina de la depravación total no significa, por otro lado, es que la humanidad es tan depravada como podría ser, y esto es sólo otro testimonio de la gracia de Dios. Incluso los no cristianos son capaces de amar, ser generosos, bondadosos y obedientes. Cuando decimos que todas las personas son depravadas, nos referimos a que son incapaces -debido a su inherente y abrumadora naturaleza pecaminosa- de hacer lo que es justo en cuanto a su relación con Dios. No están desprovistos de cualquier tipo de virtud, pero están desprovistos, en sí mismos, de la bondad necesaria para las relaciones justas con el Señor. Si se nos da la opción de elegir entre lo corrupto o lo justo, es inevitable que elijamos lo corrupto. También vale la pena señalar que la doctrina de la depravación total tampoco funciona como excusa para ser perezoso en la guerra contra la carne. La santificación es inseparable de la vida como cristiano genuino. La distinción aquí es que Dios es el responsable de la victoria.

Si esta doctrina fuera bíblica, ¿no la aceptarían más cristianos? La desafortunada verdad es que somos reacios a admitir que somos impotentes para salvarnos de cualquier manera. Es difícil aceptar que, después de todo, no tenemos lo que hace falta. Ese es el consejo que se nos suele dar, ¿no? Eres digno. Tú puedes hacerlo. No necesitas a nadie más que a ti mismo. Sin embargo, esto no es cierto en la vida cristiana, según las Escrituras.

Eclesiastés 7:29 dice que la gente ha buscado planes malvados - lo que indica deliberación, contrario a la idea de que simplemente tropezamos con lo malo. Salmos 143:2 y Romanos 3:23 dicen que no hay nadie que sea justo ante Dios. 2 Crónicas 6:36 dice que "no hay nadie que no peque". Efesios 2:3 dice que "eramos por naturaleza hijos de ira". Génesis 8:21 dice que "el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud". Jeremías 17:9 dice que "engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso". Tito 3:3 dice que estamos "esclavos de concupiscencias y deleites diversos". Juan 3:19 dice que la gente prefiere las tinieblas a la luz. Romanos 7:18 dice: "en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo."

Sin embargo, no debemos desesperar. Nuestra depravación total significa que necesitamos un Salvador perfecto que sea capaz de hacer lo que no podemos hacer por nosotros mismos, y la buena noticia del Evangelio es que esa salvación está disponible para nosotros en el Hijo, Jesucristo, que es el Dios santo encarnado. Podemos ser desgraciados, pero podemos alegrarnos y ser santificados. Pablo lo afirma en la última parte de Romanos 7: "¿Quién me salvará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro". Yo no podría expresarlo mejor. La depravación total es una doctrina de la gracia porque la gracia abundante de Dios mismo es la única esperanza que tenemos.

Por Jessica Hageman

Preguntas de debate para el diario:

1. ¿Cuál es la condición humana? ¿Son las personas intrínsecamente buenas o malas?
2. Lee Génesis 6:11, Romanos 3:23 y Efesios 2:1-3. En estos pasajes, vemos que somos personas corruptas, pecadoras y espiritualmente muertas aparte de Dios. ¿Qué significa estar espiritualmente muertos y ser hijos de ira?
3. Lee Génesis 6:5, Romanos 3:10-18. ¿Cuál es el alcance de nuestro pecado? ¿Hasta qué punto está arraigado el pecado en nosotros?
4. Dios es justo, santo y bueno, y nosotros no cumplimos su ley. ¿Cuál es la respuesta adecuada? ¿Debemos ser perdonados o merecemos un castigo?nmme
5. Vemos que nuestra depravación establece la causa de nuestra condenación. Nos ayuda a comprender la necesidad de la salvación, pero no podemos salvarnos a nosotros mismos. ¿Cuál es nuestra gran esperanza en esto? ¿Dónde encontramos nuestra salvación?
6. Como creyentes deberíamos sentirnos inconmensurablemente agradecidos porque no somos mejores que nadie, deberíamos sentir una humilde alegría - Él nos salvó porque nos ama. ¿Qué debemos hacer en respuesta a esto?

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