Cruz & CoronaMuestra

Porque Él vive

El hecho de que Jesús fue levantado de entre los muertos nos da la base absoluta e incuestionable de todo lo que creemos. En primer lugar, está la certeza de que tenemos un Dios vivo. Jesús no fue un mero predicador o maestro itinerante; Él afirmaba ser el Mesías, el Hijo del Dios viviente (Mateo 16: 16-17). El Señor les dijo a Sus discípulos que verlo a Él era ver al Padre (Juan 14:9); de hecho, uno de los motivos por los que vino al mundo fue ese mismo: mostrarnos al Padre celestial para que podamos entender cómo es Él.

Todas las demás religiones tienen sus supuestos dioses, pero se sabe dónde están enterrados sus líderes, lo que pone en duda su "divinidad". Cristo resucitó para demostrar y establecer de una vez por todas que nuestro Dios es el único Dios verdadero, el Creador de todas las cosas. El que nos hizo a cada uno de nosotros no puede ser moldeado por nosotros. El Dios al que nosotros adoramos vive, no está muerto, ni es un dios inanimado ni una invención del hombre. Piénsalo: si no crees que Jesucristo resucitó de entre los muertos, entonces o veneras algo diferente o nada en absoluto; una cuestión de necedad para Isaías y una situación que Pablo llama lamentable. ¿Por qué? Simplemente porque las personas que no tienen a Cristo no tienen ninguna certeza.

Quizás te preguntes,Bueno si Cristo vive, entonces ¿dónde está?¿Qué está haciendo? Las Escrituras revelan claramente que Jesús está sentado a la diestra del Padre, intercediendo por nosotros (Hebreos 7:25; 10:12). Él es un Dios viviente al que le importamos, que nos ama, nos escucha y contesta nuestras oraciones. Es el Señor que nos perdona y está mediando constantemente por nosotros. Además, el Señor Jesús es Dios el Hijo, quien nos está preparando un lugar a cada uno de los que creemos en Él (Juan 14:2). También es el Salvador resurrecto que aunque se fue, prometió a Sus discípulos que no les iba a dejar huérfanos – Jesús les aseguró que enviaría al Espíritu Santo para enseñar y guiar a cada uno de sus seguidores hasta su regreso (Juan 14:16, 18).

Así que hoy, el Espíritu viviente de Dios mora en cada creyente desde el momento en que recibe a Jesús como su Salvador. Como cristianos, fuimos sellados por siempre para el día de la redención cuando seamos llamados a nuestro hogar en el cielo. Nuestro Dios vive y obra en y a través de las vidas de Sus hijos, y desea salvar a cualquiera que esté dispuesto a confesar sus pecados y recibir el don del perdón ofrecido libremente por el Señor.