Viajando con Jesús - Devocional de Cuaresma de 40 díasMuestra

Qué momento más dramático. El velo del templo se partió en dos.

El velo —que separaba el lugar Santísimo de los adoradores— era una tela muy pesada. De acuerdo a datos históricos, medía entre 45 Y 60 pies de largo y tenía cerca de 4 pulgadas de grosor. Esta no era una pieza de tela delgada. Siendo así, se partió de arriba hacia abajo. 

El desgarro del velo fue sobrenatural y apuntaba al hecho de que la muerte de Jesús nos da —a una humanidad imperfecta y pecadora— el derecho de entrar al lugar Santísimo y tener una relación con Dios.

Deberíamos preguntarnos detrás de qué clase de cortinas o velos nos escondemos. ¿Qué nos impide entrar a tener una comunión íntima con Dios?

¿Podría ser que mi pasado es muy oscuro? ¿Tendré que poner primero las cosas en orden? ¿Podría ser una cortina de cosas mundanas que sigo amando? 

Necesitamos creer que el velo ya fue rasgado. Hebreos 10:19-20 Nvi dice: "Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo”. 

El cuerpo de Jesús fue desgarrado para que todos puedan entrar a ese íntimo santuario.

Mientras queremos mantener ese velo cerrado, nunca podremos ver la belleza del Señor.

Aplicación

¿Qué me impide llegar al Lugar Santísimo? ¿Detrás de qué cortina me escondo? ¿Me estoy acercando al trono de la gracia confiadamente?

Inclínate

Dios Padre, gracias porque amaste tanto al mundo que diste a Tu Único Hijo. Gracias porque se convirtió en el velo que se rompió para que podamos entrar al Lugar Santísimo. Amén.