¿Por qué es bueno compartir? Decilo en 60 segundosMuestra

Compartir nos hace generosos

Cuando nuestra realidad cambia, los primeros que cambiamos somos nosotros. Comprendemos que si queremos ver resultados diferentes, debemos hacer cosas diferentes. Dentro de la importancia de compartir, existen beneficios personales que debemos comprender, uno de ellos es que nos hace ser personas generosas. ¿Y por qué queremos ser personas generosas?

La palabra ‘generosidad’ proviene del latín generositas, que significa origen, familia, raza, naturaleza, entre otras también se le atribuye al gen, a la genética. Más adelante, los romanos utilizarían la palabra para referirse a la gente de buena familia. Hoy en día esta palabra se aplica a una persona que da desinteresadamente. Si uniéramos estos tres conceptos tendríamos algo así como: “un gen que proviene de  una buena familia y que, de manera natural, nos lleva a dar desinteresadamente”. 

¿Crees que puedes poner en práctica esta definición en tu vida?

Cuando practicamos la virtud de la generosidad estamos ejercitando la fe, y esta nos abre puertas sobrenaturales. Al dar de manera desinteresada, estamos declarando: “Sé que Dios proveerá lo que me haga falta”. Y adivina qué: ¡Dios así lo hará! Porque Él bendice al dador alegre (2 Corintios 9:7) Ser generoso ayuda a recibir esa misma generosidad con la que damos. ¿Recuerdas la famosa ley de vida: “Lo que siembras, cosechas”? Todo lo bueno que sembremos, vuelve. 

El conocido pastor y escritor Rick Warren, durante una de sus prédicas dijo algo que me impactó: “Si nuestra mayor necesidad fuera económica, Dios nos hubiera enviado un economista. Si nuestra mayor necesidad fuera tecnológica, Dios nos hubiera enviado un científico. Si nuestra mayor necesidad fuera el aburrimiento, Dios hubiera enviado a un cómico que nos hiciera reír. Pero el ángel dijo: ‘Os ha nacido un Salvador’, porque Dios sabe que la mayor necesidad mía y suya es la salvación y el proceso de transformación que esta conlleva”. 

Este proceso comienza con morir al egoísmo para que nazcan la generosidad y la bondad.

¿De qué manera podemos vencer al yo? No existe una fórmula instantánea, pero estoy seguro de que el primer paso en este proceso es aprender a dar. 

Hoy podemos comenzar a practicar esta virtud hasta convertirla en un hábito. Empecemos por los más cercanos. ¡Seamos generosos!

Osvaldo Carnival