Sección III: Persistente

Pide y continúa pidiendo

Aunque no haya sido tu hijo, estoy seguro de que al menos has escuchado esto en una tienda: "¿Puedo llevarme eso? ¿Por favor? ¡¿Por favooor?¡” Y si el padre no contesta, lo escuchas una y otra vez.

Es irritante, ¿verdad? ¿Por qué los niños hacen eso?

Porque funciona.

Hoy, vamos a aprender sobre ser persistentes. A veces la gente ora sobre algo una vez, y piensan que eso debería ser suficiente. Hacen una oración rápida y luego siguen con lo suyo.

La verdad es que hay algunas lecciones que podemos aprender sobre la persistencia del niño de la tienda. (No se trata de ser quejumbroso y molesto, sino de ser persistente—para seguir y seguir pidiendo, con fe.)

¿Sabes lo que pasa cuando pedimos algo y no lo conseguimos? Nos desanimamos. A veces, tanto que dejamos de pedir, o pensamos que Dios está siendo malo o no nos escucha porque no nos dio lo que pedimos en ese momento .

Quiero plantearte una idea. ¿Qué tal si cuando no consigues lo que quieres de inmediato la respuesta de Dios no es: "No, no puedes tenerlo", sino que es: "No, todavía no está listo"? 

¿O qué tal si todavía no estás preparado para ello? O ¿qué tal si es "Tengo algo mejor para ti"?

¿La manera en la que oras cambiaría si te dieras cuenta de que tal vez no es la forma, el momento o la cuestión correcta para que Él diga que sí a esa oración? Creo que sí.

En la lectura de hoy, vas a ver que Jesús nos dice que debemos orar, y seguir orando. Porque los que oran y siguen haciéndolo, con fe, sin desanimarse, reciben respuestas de Dios.

Dios no es nuestro genio mágico en una botella esperando a que frotemos su Biblia mágica con unas cuantas palabras que suenen cristianas. Dios es mucho más que eso, incluso pensar en Él como un camarero espiritual que toma nuestra orden es un grave insulto.

Pero cuando has sometido tu voluntad a la de Él humildemente, has aprendido lo que Él dice en Su Palabra y estás pidiendo específicamente de acuerdo a lo que dice la Biblia, puedes pedir persistentemente sin perder el ánimo hasta que obtengas Su respuesta. 

Así que, obviamente, no te estoy diciendo que le hagas una rabieta a Dios como el niño de la tienda, pero la próxima vez que ores, recuerda que la persistencia es la clave de las oraciones poderosas.