Alabanza y gratitud

Tienes como responder a todo lo que Dios ha hecho por ti, con una actitud de alabanza y gratitud cada día. Dios no espera de ti que hagas cosas extraordinarias, espera que reconozcas su misericordia y le agradezcas por ello, no son los grandes sacrificios los que conquistan su corazón, son el espíritu quebrantado y la obediencia.

No te detengas a mirar tus limitaciones, cuenta cada día la muestra del favor de Dios en tu vida, en cada detalle; cuando veas escasez a tu alrededor, agradece por la abundancia que viene de camino, cuando veas destrucción, alaba por lo nuevo que Dios hará, si sientes que el dolor toca tu puerta, confía en la enseñanza que Dios trae a tu vida por medio de esa experiencia difícil.

Date cuenta de que, a pesar de todo lo que has pasado, sigues aquí, eres capaz de soñar, reír, hacer planes, disfrutar de la belleza de cada nuevo día que puedes ver, amar, perdonar, valorar lo que recibes y dar sin esperar nada a cambio, con la convicción de que es mucho más lo que has recibido que lo que puedes dar.

He escuchado varias veces esta frase: El hoy, es un regalo, por eso se llama presente. Es una gran realidad, así que, si no sabes por qué agradecer al Señor, empieza por agradecer que has tenido la oportunidad de ver el comienzo o el final de un nuevo día y que pudiste superar retos que probablemente, jamás pensaste enfrentar.

Descansa en saber que mañana será otro día y traerá su propio afán, así que, vence, alaba y agradece hoy.

Reflexiona:

¿Qué fue lo primero que hiciste al despertar? Si no fue agradecer al Señor, este momento es perfecto para que hagas una pausa y le agradezcas.