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DÍA 4 - Aquí estás (Paz en la tierra)

“Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo”. Juan 14:27

¿Alguna vez soñaste con recibir un regalo? ¿Soñabas con algo que necesitabas o deseabas tanto que cuando lo recibiste, no cabía tu sonrisa en el rostro o te faltaban palabras para dar las gracias?

Seguro lo experimentaste alguna vez, sobre todo cuando fue un regalo que fue dado sin esperar nada a cambio.

Tenemos a Jesús frente a nosotros, diciéndonos: “Tengo un regalo para ti”. De solo imaginar esta escena algo empieza a despertar en nuestro interior. Jesús, el Rey, tiene un regalo para mí, y no es cualquier regalo: se trata de paz.

En un mundo lleno de aflicción y dolor, la verdadera paz es un bálsamo que sana nuestras heridas. Esta paz tiene su origen en Dios mismo, esta paz me acerca a él, porque él es nuestra paz. Jesús trajo, no solo la paz de Dios, sino paz con Dios.

Tenemos completo perdón de nuestros pecados y, gracias a esto, tenemos la certeza de que no hay nada que me pueda separar de Dios, la fuente de todo.

La paz que encuentro en Jesús siempre gana, es invencible, es imparable.

“Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”. Juan 16:33

En respuesta a esto: adoramos.

Nadie está tan bajo como para no adorar. Como los pastores, los últimos en la escala social, pero fueron los primeros en correr hacia Jesús.

Nadie está tan alto como para no adorar. Como los sabios, invitados a palacios de reyes pero dejaron sus tesoros a los pies del verdadero Rey.

Adoramos diciendo “gloria” junto a los ángeles, cantamos: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Lucas 2:14

El único digno es él, el único fiel es él, ¡a él sea la gloria!