Redimidos, Elegidos e HerederosSample
La Iglesia como heredera de la Misión de Dios
Jesús delegó en la Iglesia la continuación de Su misión. El id que Él nos da en el texto original griego, poreuthentes, implica más que simplemente moverse físicamente. Significa una vida dedicada a un propósito, la acción continua de llevar el evangelio al mundo. Estamos llamados a hacer discípulos (en griego, mathēteuō), es decir, entrenar, enseñar y guiar a otros en el camino de Jesús.
Este mandato es global: todas las naciones son el objetivo del amor de Dios. El plan de Dios es inclusivo, abarcando a todas las etnias y culturas. No es una misión limitada a un lugar o a un pueblo específico, sino para todas las personas, en todos los lugares. Estamos llamados a ser agentes de transformación en todos los contextos, compartiendo el amor de Dios dondequiera que vayamos.
Parte de esta misión es bautizar (en griego, baptízō), lo que simboliza la purificación, el renacimiento y la identificación con Cristo. El bautismo es un acto de obediencia y una proclamación pública de fe. Cuando bautizamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, estamos declarando la realidad del Dios trino que salva, purifica y da nueva vida.
Como herederos de la misión de Dios, estamos llamados a vivir y compartir este mensaje con valentía y amor. Nuestro objetivo es hacer discípulos, enseñar los caminos de Cristo y traer a las personas a la comunión con Dios a través del bautismo. Es una misión que exige dedicación, sacrificio y total dependencia del Espíritu Santo.
Scripture
About this Plan
La misión de Dios es la expresión de Su propósito eterno para la creación, especialmente para la humanidad. Desde la caída del hombre, Dios ha trabajado en la historia para redimir y restaurar la relación rota entre Él y la humanidad. La misión de Dios, o Missio Dei, se centra en devolver todas las cosas a la armonía con Su voluntad, y la Iglesia está llamada a ser la principal heredera y colaboradora en esta misión divina.
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