Del Caos a La ClaridadSample

Cuando comenzamos nuestra iglesia, decidimos conseguir todos nuestros muebles y las cosas que necesitábamos para las oficinas de nuestra iglesia en IKEA. Mis padres vinieron a ayudarme a armar todo mientras yo andaba alrededor haciendo otras cosas. Regresé más tarde y mi mamá me entregó una bolsa con todas las piezas sobrantes. En este punto, sabía que me esperaba. Porque tú y yo sabemos que cuando se trata de IKEA, se supone que no debe haber piezas sobrantes.

La vida es así. Haces lo mejor que puedes y te esfuerzas al máximo, pero aún así te sientes destruido. Luego llegas a la iglesia y te das cuenta de que todas estas piezas quedan en la bolsa —cosas dolorosas que perduran, cosas que tal vez podrías haber hecho mejor.

Pero cuando entras en el Reino de Dios, cuando te conviertes en cristiano, aprendes el lenguaje de la Biblia y del corazón de Dios. Dejas de hablar el lenguaje del miedo, la duda y la preocupación, y comienzas a hablar el lenguaje de la certeza. Caleb hablaba este idioma, a pesar de que estaba rodeado de personas que no lo hacían. Él dijo que Dios los traería a la tierra, pasara lo que pasara. Esta era una promesa.

Todos hemos sido decepcionados por promesas incumplidas en el pasado. Pero las promesas de Dios vienen de la certeza, y Caleb lo sabía. Él había visto la fidelidad de Dios.

¿Qué promesas tiene Él para tu vida? ¿Qué podrías lograr con Él a tu lado? Es posible que te hayas convencido de que no vale la pena salvar tu vida. O que estás demasiado roto o demasiado lejos. Tal vez tu bolsa de piezas se parezca más a una bodega llena de piezas faltantes y rotas.

Dios tiene las piezas en la bolsa. Deja que Él te recomponga. Esto comienza con una oración. Cuando te das cuenta de que Dios tiene el control, de repente la presión desaparece. Las cosas no empiezan ni terminan contigo. ¡No eres el dueño de tu propio futuro! Y no debes tener miedo.

Así que oren a Él. Admítele que no lo tienes todo resuelto. Que quieres su voluntad, no la tuya. Dile que te rindes. No necesitas las palabras adecuadas para decirlo. No necesitas tener tu vida en orden. No hay nada mágico en esta oración; lo que importa es la intención. Todo cambiará para ti cuando hables en serio las palabras que dices. Tráele los pedazos rotos de tu vida y observa cómo te equipa para su gloria.

Pregunta

¿Qué puedes lograr con Dios a tu lado? ¿Cuáles son las piezas rotas que quedan en tu bolsa? ¿Se los has dado a Dios? ¿Sabes que Él quiere usarte?