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[IMAGE CONTENT] EL FRUTO: GOZO Y FE Antes que nada, ora a Dios y pídele que te hable por medio de este devocional, que te enseñe sus verdades, y que use este medio para bendecir tu vida, para que te hable y siembre en tu corazón una palabra de vida que va a crecer y fortalecerse con el tiempo por medio de su palabra. Hemos hablado de la semilla incorruptible, de los diferentes terrenos, del crecimiento, pero ahora toca hablar del fruto que Dios quiere que cosechemos de esta siembra. Y el versículo clave para los siguientes días será: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” ( Gálatas 5:22-23). Como habrás notado, el versículo habla del fruto (singular) del Espíritu. Esto habla de un solo fruto compuesto de todos estos atributos. No es que cada uno venga por separado, sino que como creyentes producimos un mismo fruto lleno de cada uno de ellos. Para visualizarlo mejor quiero que pienses en una mandarina, es un solo fruto, pero trae sus diferentes gajos. Hoy, y los siguientes días de este plan, hablaremos de cada una de estas partes que componen el Fruto del Espíritu Santo. Vamos a ir viendo cada uno de ellos. GOZO 2 Corintios 12:10 Una persona que tiene el gozo del Espíritu Santo, en tiempos difíciles, se regocija en Cristo, y eso lo fortalece. Sabe esperar por las promesas de Dios cuando pasa por estas adversidades y entiende que todo es parte de la voluntad de Dios. Con estas verdades en nuestro corazón, vamos a salir gozosos de lo que sea, porque entendemos que Dios tiene un plan, y que la gloria al final de todo esto, se la lleva Dios. Nos refugiamos en las promesas de Dios, a pesar de las dificultades y eso trae gozo a nuestro ser, porque entendemos que en nuestras fuerzas no vamos a salir adelante, si no en Dios. Dios es quien nos cuida, Dios es quien nos rescata, Dios es quien nos salva de cualquier situación. Sin embargo, debemos tener claro que existen dos tipos de promesas de parte de Dios, las condicionales y las incondicionales. Las últimas son las que dependen única y exclusivamente de Dios, es decir Dios dice y Dios cumple esta promesa. Génesis 9:13-15 Dios nos prometió nunca más destruir la tierra con un diluvio, y así como esta podemos encontrar muchas promesas más, como que Jesús regresará, que Él es nuestro pastor, y nada nos faltará, que nos guiará, que siempre nos acompaña, y muchas otras más. Se dice que en la biblia existen más de 7.000 promesas de parte de Dios. El otro grupo de promesas, las condicionales, trabajan de una forma distinta. Es cuando Dios promete algo, SI nosotros sus hijos hacemos A, B, C o D. Romanos 8:28 Solo a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esta promesa deja por fuera a muchas personas, y debemos tener cuidado de no pensar que es para todos, y así con muchas promesas más, así que, si esperas la respuesta de una promesa y no ha llegado, revisa bien la promesa porque puede que sea condicionada y no has cumplido tu parte. No debemos buscar amar a Dios para que todo nos ayude a bien, por el contrario, debo amarlo solo porque Él es Dios, y eso traerá bendición a mi vida. Como cristianos, cuando hay pruebas y dificultades, sabemos que la tristeza no permanece para siempre si estamos bien enfocados, si no que tendremos gozo en medio de ellas. Y a pesar de todo, encontramos alegría en nuestra salvación y eso nos lleva a una esperanza en Jesús y sus promesas. Y aquí pasamos al segundo “gajo de la mandarina". FE Hebreos 11:1 Una persona de fe mantiene su esperanza en Jesús, que aún sin haberlo visto de manera física, su mayor esperanza permanece y sigue en Jesús. Mantenemos una esperanza en todas esas promesas que hablamos anteriormente. En cualquier situación que estamos, nos mantenemos de pie gracias a poner nuestra mirada en Dios y todas sus promesas, porque sabemos que, si le amamos, todas las cosas nos ayudan a bien, y cuando tenemos eso claro, cualquier cosa que venga, que nos pase, estamos confiados en que Dios tiene el control, y todo es para bien. 2 Corintios 5:7 Nuestra fe debe crecer y fortalecerse a medida que vamos conociendo más a nuestro Dios. Vivimos esta vida por fe, cumplimos con nuestros deberes como discípulos por fe. Todo esto nos lleva a una vida de fidelidad a Dios. Cuando las cosas se ponen feas en la iglesia, no importan porque al que sigo es a Cristo y no a los hombres. Cuando me hacen algo malo, no me importa ser fiel a Dios y perdonarlos porque mi fe está en Jesús. Perdonar se vuelve más fácil desde esta óptica. Porque Jesús tuvo misericordia de mí, yo la puedo tener con los demás. No nos fijemos en lo que podemos ver, en los problemas de esta vida, o en los tesoros terrenales, por el contrario, miremos directo a Jesús, enfoquémonos en su eternidad, lo que él nos pide que hagamos como sus discípulos, hagamos las cosas enfocadas en Jesús que permanece para siempre. 2 Corintios 4:18 Te invitamos a escuchar “"Más allá de lo que pueda ver" de TODOS PARA UNO y reflexionar sobre lo que acabas de leer. VERSÍCULO PARA MEMORIZAR “Ustedes aman a Jesucristo sin haberlo visto, y creen en él aunque ahora no lo ven, y se alegran con gozo inefable y glorioso, porque están alcanzando la meta de su fe, que es la salvación” (1 Pedro 1:8-9).