Pelea tus batallasSample
Pelea a la manera de Dios
A lo largo de la vida cristiana podemos asegurar que todo el que siga a Dios enfrentará batallas, y solo pensar en esto puede ser desalentador para algunos. En ocasiones, nos resulta fácil creer que luchamos con esas batallas a diario solos; sin embargo, hoy debes entender y recordar que Dios está contigo en cada prueba y lograrás enfrentar ese gigante que te impide avanzar hasta la meta, pues no debemos perder de vista la cima de la montaña, ya que Él espera que hagamos nuestra parte, luego se encargará del resto, pues después de todo la batalla es suya.
Conectar el reino invisible espiritual con el reino visible físico, constituye un elemento esencial en el plan de la batalla de Dios. Dadas las intensas luchas que afrontamos en este mundo y el entorno hostil, es muy fácil olvidarnos de Dios y todo lo que Él hace para garantizarnos la victoria.
Hoy deja de cuestionarte, deja de enojarte con Dios y dejar que el enemigo gane, pues al final es lo que quiere, alejarte del propósito de Dios para que así vayas perdiendo el impulso que habías tomado para derribar ese gigante. Pelea con la estrategia de Dios y deja que Él te muestre el camino que debes seguir diariamente, no pares de luchar hasta obtener esa victoria por la que tanto has estado pidiendo a lo largo de tu caminar con Dios. Ten paciencia y pelea a la manera de Dios, entendiendo que «nuestra lucha no solo es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6:12).
Oración:
Amado Dios, hoy decido pelear esta batalla a tu manera, ayúdame a cada día ganar esta carrera de la fe y caminar siempre contigo. ¡Amén!
Scripture
About this Plan
Todos libramos alguna batalla. Todos. Cada una de ellas nos enseñan de cierta u otra manera a pelear en la manera de Dios, confiando en su poder y no en el de nosotros. Por eso, a través de este plan encontrarás algunos pasos para pelear la buena batalla y perseverar hacia el propósito que nos llama Dios con el fin de obtener la victoria.
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