Tres cosas que aprender de David y Salomón: Parte 1Sample

Lugar equivocado, momento equivocado

¿Alguna vez te has encontrado en el lugar equivocado, en el momento equivocado? Es la peor sensación. Sabes que no deberías estar allí. A veces es vergonzoso, pero en otras ocasiones esos momentos pueden ser fatales. Este fue el caso de David.

Como rey, se suponía que David debería estar en el campo de batalla con su ejército. En cambio, estaba en casa. Subió a la azotea para dar un paseo y desde allí vio a una mujer bañándose en su propia casa. Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Esperarías que David se diera la vuelta y se fuera de ese lugar, pero ese no fue el caso. ¿Qué hizo? Le pregunta a su personal quién es y descubre que Betsabé es la esposa de Urías, uno de sus oficiales militares. A pesar de saber esto, David la llama a su palacio para una noche de pasión que termina en una vida de dolor.

Y la historia empeora. Cuando David se entera de que Betsabé está embarazada, envía a su esposo Urías a volver a casa. Pero Urías no se acuesta con su esposa. Entonces, David hace matar a Urías; traiciona a su propio ejército para poder encubrir su pecado. Después de que Urías murió, David pensó que nada le pasaría, pero un profeta, Natán, vino y le habló. El profeta trajo el juicio de Dios. David pecó en secreto, pero su castigo sería en público. Debido al pecado de David, su hijo moriría. Lo que comenzó como un día normal se convirtió en una pesadilla.

Pero David se arrepintió de este pecado. Él llevó su pecado al Señor y le dijo que había pecado contra Él. ¿No es grandioso saber que Dios puede perdonar nuestros pecados? Él puede, incluso perdonar los pecados de asesinato y adulterio. Dios puede perdonar a cualquiera que se arrepienta de sus pecados. Él perdonó a David. David no era un joven que cometió un error tonto; tenía más de 50 años. Él sabía que debía haber actuado mejor que eso. Recuerda que la edad puede aburrirnos, el éxito puede cegarnos y la autocomplacencia puede destruirnos. David tuvo varias esposas y cometió pecados terribles, pero se arrepintió de ellos.

El arrepentimiento no significa que acabas de ser atrapado y que te sientes avergonzado, sino que te das cuenta de que pecaste ante un Dios Santo. Un comentarista dice que el arrepentimiento es «un cambio de mente; no de los planes, intenciones o creencias individuales, sino más bien un cambio en la actitud de uno hacia Dios». Este verdadero arrepentimiento es lo que acompaña a la fe salvadora en Cristo. Es inconsistente e increíble suponer que alguien podría creer en Cristo y, sin embargo, no arrepentirse. Parece aterrador, pero es por el arrepentimiento que Dios nos recuerda lo que hizo en la cruz por nosotros y nos lava. Arrepiéntete de tus pecados hoy, sabiendo que Dios perdona a cualquiera que se arrepienta.