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Fervientes

DAY 3 OF 3

UN SERVICIO FERVOROSO

“En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Romanos 12:11).

Cuando conocí al Señor, hace 30 años atrás, no tuve dificultad alguna en comprender que el servicio era intrínseco a la vida cristiana. Bastaba con mirar a mis pastores para saberlo. No tenían un coche para trasladarse, su precaria economía apenas les permitía lo justo para una muy modesta supervivencia, pero la impronta de su servicio era rica en esfuerzo y determinación. Encima de una bicicleta realizaban sus visitas pastorales, o recorriendo grandes distancias a pie. Lo hacían, sin quejas, sin lamentos insulsos, entusiasmados por el privilegio de ayudar a otros. Eso fue lo que vi en ellos, y lo que comprobé en las Escrituras después. El servicio es un privilegio, una oportunidad de expresar gratitud a Dios a través de una obediencia manifiesta a través de buenas obras.

Jesús nos enseñó el enfoque de la vida cristiana y el ministerio a través de su propio ejemplo: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28). El Señor nos exhortó al trabajo esforzado: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece” (Juan 6:27). Pablo, años más tarde, repetiría el discurso de Jesús cuando escribió a su hijo en la fe, Timoteo: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1). El apóstol insiste: “El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero” (2 Timoteo 2:6). El servicio esforzado, diligente, es del agrado de Dios. Y en Romanos, como leíamos al principio, Pablo desafía a la iglesia a integrar servicio y fervor: “Trabajen con mucho ánimo, y no sean perezosos. Trabajen para Dios con mucho entusiasmo” (Romanos 12:11 BLS).

Treinta años después de conocer a Jesús, sigo creyendo que el servicio ha de ser indisoluble a la propia vida cristiana. Que el servicio, además, debe tener un componente cualitativo imprescindible y es el fervor, esa diligencia incuestionable para hacer la voluntad de Dios y servir a los demás. He descubierto que no existe tal cosa como un cristiano a medio tiempo, sino que todos somos hijos de Dios y servidores a tiempo completo. Que el servicio esforzado es la expresión de una onda gratitud por el regalo de una inmerecida Salvación. He comprobado que una vida triunfante, es una vida entregada en el servicio a Dios y a los demás.

Day 2