SEGUROS EN JESÚS HASTA EL FINAL

Es impresionante como Jesús cumplió la voluntad de Dios en todo y lo que la Palabra dijo de Él en todo. Incluso en medio de la muerte, nuestro Señor fue consciente de su misión y señaló a los que le rodeaban el cumplimiento de la profecía.

El Salmo 31 es una oración de David angustiado, pero lleno de confianza en Dios. En Lucas, el hijo de David se hace eco de la misma oración.

Las palabras de Jesús desde la cruz expresaban el verdadero sentimiento de su corazón: Jesús sintió una necesidad urgente de ayuda, y recurre al Dios fiel, la única fuente de verdadera ayuda.

En medio de todos sus problemas, el espíritu de Jesús se extendía hacia arriba en busca de alivio, con una fuerte confianza en Aquel que es el único refugio digno.

Jesús ora de esta manera porque solo en las manos del Padre nuestros espíritus están a salvo.

Al hablar de la seguridad de los creyentes, Jesús había enseñado: "mi Padre, que me los ha dado, es mayor que todos: nadie puede arrebatarlos de la mano de mi Padre" (Juan 10:29).

Tenemos la costumbre de guardar lo más preciado para nosotros en un cajón de nuestro armario o incluso en una caja fuerte, donde sabemos que nadie lo encontrará o cogerá.

Desde la cruz, Jesús nos muestra que nuestros tesoros más valiosos, nuestros corazones y espíritus, deben ser entregados para su custodia en las manos del Padre.

Cuando Esteban, el primer mártir cristiano, estaba siendo apedreado hasta la muerte, oró una forma modificada de la oración de Jesús desde la cruz:

"Mientras lo apedreaban, Esteban oraba. - Señor Jesús - decía - recibe mi espíritu".

A lo largo de los años, muchos otros cristianos han encontrado consuelo en el Salmo 31 y en el momento de su muerte han repetido estos versículos.

PASOS DE FE

Puedes estar seguro de que tu corazón y tu espíritu están a salvo en las manos del Padre.

Lo que Jesús hizo en la cruz te asegura a ti hoy que si eres salvo, no hay nada ni nadie que pueda arrebatarte de las manos del Padre.

En medio de tus inseguridades, de tus miedos, de tus batallas, recuerda que estás a salvo.