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Él nos entiende. ¿Quién dijo Jesús que era?

DAY 7 OF 9

#7 Él es nuestra verdadera esperanza.

Juan 11

Le va a pasar a todos, pero no a mí. Eso es lo que la mayoría de la gente piensa sobre la muerte. Le pasa a alguien más. Cuando escuchamos la noticia de que alguien murió, el dolor nos acapara, pero luego tratamos de no pensar en ello.

Jesús lloró cuando se paró ante la tumba de su amigo, Lázaro (Juan 11:35). Tal vez sabía que en tan solo unos días, Él también estaría en una tumba, encerrado con una piedra y muerto, tan muerto como Lázaro en ese momento. O tal vez estaba llorando por otra cosa.

Cuando Marta, la hermana de Lázaro y amiga de Jesús, dijo en su dolor:

—Si tan solo hubieras estado aquí, nuestro hermano no habría muerto.

Jesús respondió con la descripción más sorprendente de sí mismo. Él dijo:

—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera.

Cuando exhales tu último aliento en esta tierra, entrarás a la eternidad. Lo que crees aquí y ahora sobre Jesús determinará lo que encuentres en ese momento. Te estás convirtiendo hoy en la persona que serás por la eternidad.

¿Estás listo para ese momento? Tu respuesta depende de qué tanto creas la afirmación de Jesús de ser «la resurrección y la vida». ¿Qué crees que realmente sucedió cuando murió? Lo que sucedió en la cruz se convirtió en el hecho más importante de su vida y de su historia. La Biblia dice que Jesús, que no tenía pecado propio, murió para pagar la deuda que tú tienes con Dios.

La Biblia nos dice que nuestros pecados nos separan de Dios, tanto ahora como en la eternidad. El pecado es cualquier cosa que no llega a ser como Dios quiere que vivamos. Es lo que hacemos contrario a las maneras de Dios: la manera en pensamos, las cosas que hacemos, incluso es el bien que no llegamos a hacer. El pecado dice, lo haré a mi manera. Esas faltas no son solo imperfecciones o malas decisiones, son lo que nos mantienen alejados de Dios, tanto hoy como cuando morimos.

No es fácil hablar del pecado. Es difícil escuchar que somos pecadores, pero es una realidad con la que cada uno de nosotros debemos lidiar. La Biblia nos dice que todos somos como ovejas; todos nosotros hemos seguido nuestro propio camino (Isaías 53:6). Afortunadamente, Jesús nos abre un camino para que vivamos a través de su muerte. Él dice audazmente que él es la única manera de salvarnos del pecado (Juan 14:6).

A menudo hemos hablado sobre el amor desconcertante de Jesús, un amor que va más allá de lo que podemos comprender. En Romanos 5:8, leemos que «Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros».

El cuerpo de Jesús todavía lleva consigo las cicatrices de la cruz, incluso en la actualidad. Sus muñecas y pies todavía tienen las marcas profundas donde los clavos lo sujetaron a la madera y en su costado puedes sentir el lugar donde la lanza atravesó su corazón para probar que estaba muerto. Morir en la cruz por la humanidad es el máximo oxímoron: una catástrofe bendita. Debido a que Él es la resurrección y la vida, Él venció tanto el pecado como la muerte.

Imagínalo extendiendo sus brazos hacia ti en este momento, exponiendo sus cicatrices. Este es el precio que pagué por tu vida, adelante, tócalas. Deja que las cicatrices te recuerden el evento más horrible y hermoso de la historia. Absorbe la gravedad de lo que nuestro pecado le costó a él.

Y, sin embargo, estos recordatorios de las heridas de Jesús nos muestran un hermoso intercambio (2 Corintios 5:21): Jesús tomó tu lugar. Imagina esto: cuando estabas completamente muerto, Dios vio que Jesús pagó por tus pecados y aceptó su muerte como si hubiera sido la tuya. Jesús pagó en su totalidad el precio que tú no pudiste pagar. ¿Cómo sabemos que Dios aceptó el pago de Jesús?

Lo sabemos porque Jesús no permaneció muerto. Su resurrección demostró que la transacción fue recibida y aceptada; nuestros pecados ahora pueden ser perdonados. Este hecho cambió la historia y puede ser lo que haga cambiar tu vida. La Biblia dice que somos salvados del pecado por la gracia de Dios (al darnos Dios lo que no merecemos) a través de la fe, recibiendo «el regalo de Dios» (Efesios 2: 8).

Imagina esto: si recibes este regalo, en el momento en que exhalas tu último aliento en la tierra, pasarás de esta vida a tu vida verdadera y estarás más vivo que nunca. Y el siguiente rostro que verás será el de Jesús mismo. Sus brazos estarán extendidos como una vez lo estuvieron en la cruz y con lágrimas en su rostro, correrá hacia ti, riendo y gritando de alegría, y te acogerá en un abrazo. Él te dará la bienvenida a casa, por fin.

Por eso vino Jesús.

Si estás cansado de buscar por el mundo un amor que sane tu corazón roto, búscalo a Él. Hay toda una vida verdadera delante de ti y nada más que muerte detrás.

No esperes ni un momento más.

Si deseas hablar con Dios sobre esto, aquí hay algo para ayudarte a empezar la conversación:

Querido Dios, aquí estoy. No tengo nada que ofrecerte para pagar por la manera en que he vivido. Por favor, perdona mis pecados. Sé que no lo merezco, pero escuché que estás dispuesto a dármelo todo porque tu hijo, Jesús, pagó el precio por mi vida. Eso es tan increíble. Eso está más allá de lo que puedo comprender: cómo Jesús aceptó el infierno que yo merezco. Pongo mi confianza en eso y creo que es verdad. Y creo la hermosa verdad de que esto me garantiza una vida contigo cuando muera. Tú me ofreces una vida en la que nunca volveré a morir. Este es un regalo tuyo y todo lo que tengo que hacer es recibirlo.

En este momento, creo que Jesús pagó por mis pecados en la cruz y que tú lo resucitaste. Me arrepiento de mis pecados y ruego para que me des una nueva vida tanto ahora como cuando muera. Ruego por esto porque creo las palabras de Jesús, amén.

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Él nos entiende. ¿Quién dijo Jesús que era?

Todos tienen una opinión acerca de Jesús. Pero, ¿quién decía ser Él? ¿Estaba de acuerdo con todas las cosas que la gente decía sobre Él? ¿Dijo que Él era el único camino a Dios? Vayamos directamente a la fuente y veamos siete maneras en que Jesús realmente nos dijo quién era Él cuando caminó entre nosotros. Todo eso podría hacernos reevaluar lo que pensamos sobre Él y eso podría cambiarlo todo.

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