[Vida de David] De pastor a reySample

Sigue el plan de Dios

Todos queremos tener éxito. Desde una edad temprana, aprendemos que convertirse en el ganador es genial, no quedar en segundo o tercer lugar. El ganador tiene la atención de todos y obtiene el premio. Entonces, vamos por la vida tratando de ser los mejores y ganar todo el tiempo. Estamos llamados a tener éxito en todo lo que hacemos, y el éxito es una bendición de Dios. Pero la mayor bendición de todas y lo que podríamos llamar verdadero éxito, es ser confiable al hacer la voluntad de Dios.

En la Biblia, encontramos la historia de David. Él era un pastor y nunca se imaginó a sí mismo convirtiéndose en uno de los más grandes reyes de Israel. Pero debido a su corazón obediente, Dios quería levantarlo para reemplazar al rey Saúl, quien no obedeció las palabras o instrucciones de Dios. Dios probó a Saúl en muchas ocasiones para ver si seguiría las órdenes de Dios o en su defecto, a su propio corazón. Al principio, Saúl hizo todo lo posible para hacer lo que Dios le instruyó, hasta el día en que su reino fue confirmado; luego, comenzó a sumar o restar aquí y allá a los planes de Dios. Dios terminó rechazando al rey Saúl debido a su continua rebeldía. Saúl mantuvo la posición de rey hasta su muerte, pero llevó una vida miserable.

Para algunas personas, los signos de éxito son tener una cuenta bancaria completa, paredes llenas de trofeos en casa o ser reconocidos en todo el mundo. Todos estos premios son temporales. Algunos de ellos perderán su valor. Alguien nuevo y más inteligente puede llegar, o tus logros pueden no ser suficientes para ti. La clave para el verdadero éxito ante Dios es tener sus intereses en el corazón y seguir Sus planes.

Cuando nosotros, como líderes, seguimos los planes de Dios, obtenemos éxito ante Sus ojos. Este tipo de éxito llena nuestros corazones de satisfacción y alegría, sin tristeza alguna. Este tipo de éxito tiene el respaldo de Dios. Una de nuestras principales tareas como líderes es buscar al Señor y pedirle Sus planes para nosotros. A veces Sus planes pueden ser demasiado altos para nosotros, un plan que nunca habíamos imaginado; pero si seguimos el camino de Dios, veremos Su mano sobre nosotros y Su ayuda para ganar cada batalla.