La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2022Sample
Tres niveles de grandeza
Nuestras revistas y nuestras pantallas de televisión están llenas de historias de los ricos, los fuertes y los atractivos. Nuestra cultura pone todas esas cosas en un pedestal y muchos de nosotros aspiramos a conseguirlas. No hay nada de malo en estas cosas, pero no lo son todo. El filósofo francés Blaise Pascal habló de tres niveles de grandeza. En la primera categoría, denominada la de la «grandeza física» superficial, se encuentran las riquezas, la fuerza y la belleza. Le sigue una segunda grandeza más alta. Es la de los genios, la ciencia y el arte. La grandeza del arte de Miguel Ángel, la música de Bach o la brillantez de Albert Einstein, están muy por encima de la grandeza física. Pero, de acuerdo con Pascal, hay un tercer tipo de grandeza, que está en el orden de la santidad (hay una diferencia cualitativa infinita entre la segunda y la tercera categoría). El hecho de que una persona sea fuerte o débil, rica o pobre, altamente inteligente o analfabeta, no suma ni resta nada porque la grandeza de esa persona está en un plano diferente y casi infinitamente superior. Es un nivel que podemos alcanzar cualquiera, el de ser grande en el orden de la santidad. La palabra «santo» (santificado, santísimo, santidad) aparece más de 500 veces en la Biblia. Dios es santo. Él te da Su Espíritu Santo para santificarte y estás llamado a compartir Su santidad. La palabra «santos» significa «los benditos». En el Nuevo Testamento se aplica a todos los cristianos. Tú estás llamado «a ser santo» (1 Corintios 1:2). La santidad es un don que recibes cuando pones tu confianza en Jesús, y recibes su santidad y el don del Espíritu Santo. Procura vivir una vida santa en respuesta agradecida al don de Dios por medio de la imitación de Jesús en el poder del Espíritu Santo.Salmos 93:1-5
1. Santo Dios
Dios es el creador de todas las cosas, pero también está aparte del mundo que ha establecido. Es más grande y más majestuoso que toda la creación, más que el estruendo de las muchas aguas (v.4).
El punto culminante del elogio del salmista se centra en la santidad de Dios. Concluye: «Oh Señor, tus mandatos son muy firmes. ¡La santidad es el adorno eterno de tu templo!» (v.5, DHH). El Templo era un edificio hermoso e impresionante, pero el salmista reconoce que la santidad de Dios es la verdadera belleza y gloria interior del Templo.
Señor, te alabamos en la belleza de Ttu santidad. Solo tú eres santo. «Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso» (Isaías 6:3)
1 Corintios 5:1-13
2. Iglesia santa
A la hora de hablar sobre la santidad en la iglesia hoy en día, surgen varios peligros. Primero, está el peligro de tener una actitud de ser «más santo que el resto»; evita hacer gala de tu santidad con aires de superioridad. En segundo lugar está el peligro del perfeccionismo. Solo Dios es completamente santo. Tenemos que esforzarnos por la excelencia, pero no alcanzaremos la perfección en esta vida.
Nuestra santidad es la respuesta apropiada ante la santidad de Dios, pero solo es posible por el don y la gracia de Dios. La santidad en la iglesia viene por medio del don del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16–17).
Puesto que la iglesia tiene que ser santa, Pablo estaba horrorizado por lo que sucedía en Corintio, donde la inmoralidad sexual era tan crasa que no podía ser tolerada ni siquiera fuera de la iglesia (5:1).
Escribe: «¡Y de esto se sienten orgullosos! ¿No debieran, más bien, haber lamentado lo sucedido y expulsado de entre ustedes al que hizo tal cosa?» (v.2).
La disciplina debe ejercerse para que la iglesia sea santa. Hay algunos pecados extremos que han de tener por consecuencia la expulsión de la iglesia (v.13). Son pecados muy obvios, como es el caso de la inmoralidad sexual de un tipo extremo (entre un hombre y la esposa de su padre, v.1).
En los versículos 10–11 leemos acerca de la necesidad de disciplina para aquel que es «avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador.»(v.11). Probablemente la «avaricia» a la que se refiere aquí lo es el sentido de avaricia hasta el punto de robar o estafar. Otros pecados así, incluyen la idolatría y las calumnias (el abuso verbal, maldiciendo e insultando a la gente).
Los «borrachos» se refiere a aquellos que de una manera voluntaria y persistente se emborrachan. Pablo no se centra aquí en aquellos que intentan superar el alcoholismo (o cualquier otra adicción) que son gente para la cual la iglesia ha de ser un lugar de sanación y no un lugar de rechazo. La palabra usada aquí se asocia con otros vicios como la violencia y la sexualidad indecorosa.
Pablo deja absolutamente claro que no está hablando de la gente de fuera de la iglesia (v.10). No tenemos que disociarnos ni siquiera de los «pecadores» más extremos. Jesús era «amigo de los pecadores» pues se relacionaba con todo el mundo. Ellos son exactamente el tipo de gente a la que tendrías que tender la mano.
Pablo más bien está diciendo que si la gente continúa practicando esos pecados tan extremos y aparatosos sin arrepentirse, no tendrán lugar en la iglesia. A menos que lidiemos con el problema, este afectará a toda la iglesia («un poco de levadura hace fermentar toda la masa, v.6»).
Por lo tanto, la disciplina en la iglesia es muy positiva en el sentido de que permite a la persona ser confrontada con su propia conducta y atajarla (v.5). También es positivo para la iglesia como conjunto porque impide que el mal se propague por toda la comunidad de la iglesia (v.6).
Afortunadamente, es posible el perdón: «Porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ya ha sido sacrificado» (v.7). Ninguno de nosotros somos santos si no es por medio del don de Dios. Jesús murió como el cordero pascual para que pudiéramos ser perdonados y limpiados. La santidad es un don de Dios. Cuando fallamos, tenemos que regresar a la cruz sin perder un minuto y recibir el perdón.
Hoy Señor, vengo a Ti una vez más para pedirte perdón y para que me limpies. Ayúdame a llevar una vida de santidad. Que Tu iglesia sea un lugar santo.
1 Crónicas 28:1-29:30
3. Templo santo
David fue llamado a preparar la edificación de un templo santo (29:2–3) que él no podía construir precisamente porque era un templo santo, ya que era «hombre de guerra» y había «derramado sangre» (28:3).
Pero Dios guió a David hacia los planes exactos de construcción . En palabras de The Message, Dios guió a David poniendo los planos en su mente por medio «del Espíritu» (v.12, MSG). Así es como Dios suele guiarnos, presentándonos razones en la mente para que actuemos de una manera determinada.
David confió el trabajo a su hijo Salomón. Lo llamó a servir a Dios
«de todo corazón y con buena disposición, pues el Señor escudriña todo corazón y discierne todo pensamiento» (v.9). Dios te llama —al igual que lo hizo con Salomón— a una santidad que va más allá de la acción, que va al corazón, las motivaciones y los pensamientos.
David dijo que Dios es un Dios que prueba los corazones y que se complace con la integridad (29:17). David fue un hombre de «integro corazón» (Salmo 78:72, RVA-2015). Esta es una buena definición de la santidad.
Alguien dijo que todos tenemos tres vidas: la pública, la privada y la secreta. La santidad consiste en vivir una vida integrada en vez de una vida desintegrada. La santidad es aquella situación en la que no hay diferencia entre nuestra vida pública, privada y secreta ni diferencia entre lo que profesamos y lo que practicamos. La santidad está conectada con la entrega completa. Cuando Dios te llama a ser santo, te está diciendo que «seas completamente mío».
David oró pidiendo: «Dale también a mi hijo Salomón un corazón íntegro, para que obedezca y ponga en práctica tus mandamientos, preceptos y leyes. Permítele construir el templo para el cual he hecho esta provisión» (1 Crónicas 29:19).
Es interesante subrayar de paso que para construir el Templo necesitaron recaudar una gran cantidad de dinero. Lo consiguieron porque los líderes predicaron con el ejemplo. El líder supremo dio el primero (v.3); los otros líderes a continuación (v.6) y por último el pueblo. «Hicieron sus ofrendas voluntarias» (v.6) con «júbilo» (v.17).
Dios quiere que des voluntariamente. Si no tienes ese querer, puedes orar: «Señor dame el estar dispuesto a que me den el querer». Como suele decir Sandy Millar, al menos puedes orar diciendo: «¡Señor querer estar dispuesto a que me den el querer”!
Al dar de forma voluntaria, el pueblo de Dios se llenó de una gran alegría. Todo lo que tienes viene, en primera instancia, de Dios: « ¡Todo es tuyo!»(v.16, MSG). A medida que des tus recursos para la obra de Dios de manera generosa y voluntaria, te sentirás lleno de una gran alegría.
El templo santo que David y Salomón construyeron fue solo una preparación del templo de la iglesia donde habita el Espíritu Santo. El Espíritu Santo no solo vive en la iglesia, sino que también vive en ti. Tu cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19–20).
Señor, te pido que me llenes hoy de tu Espíritu Santo y que me ayudes a ser santo.
Pippa Adds
1 Crónicas 29:9b
« […] estaba muy contento de poder dar voluntariamente sus ofrendas al Señor».
Siempre me asombra la provisión de Dios y la increíble generosidad del pueblo de Dios. Hemos visto una y otra vez la extraordinaria provisión de Dios para la obra de la iglesia justo cuando las cosas a parecer imposibles. No creo que le agradezca lo suficiente a Dios por Su increíble generosidad.
References
Nueva Versión Inernacional (NVI) Copyright © 1999 by Biblica, IncAbout this Plan
¿Abrumado por la idea de leer la Biblia? Dedique un tiempo cada día a escuchar a Nicky y Pippa Gumbel mientras le explican toda la Biblia en 365 días. Cada día, se explora un tema diferente a través de una selección de escrituras tomadas del libro de Salmos o Proverbios, así como del Nuevo y Antiguo Testamento. Nicky y Pippa brindan comentarios sobre estos extractos para brindar información y aplicación práctica.
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