La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2022Sample
¿Qué pasa con aquellos que no creen?
En febrero de 1974 tuve un encuentro con Jesucristo que cambió mi vida totalmente. Comprendí que él había muerto por mí y experimenté su amor. Supe que Dios era real y conocí las extraordinarias bendiciones de una relación con Jesús. Pero casi inmediatamente después, experimenté lo que Pablo describe en este pasaje como «… una gran tristeza y me embarga un continuo dolor» (Romanos 9:2). Anhelaba que todo el mundo experimentara y supiera lo que yo había experimentado hacía poco. Ansiaba que mi familia y amigos que aún no eran cristianos conocieran a Cristo. El apóstol Pablo se preocupó con tal pasión por su propio pueblo que estaba dispuesto a ser separado de Dios y del pueblo que amaba, para que ello se salvaran. Pablo asegura: «Desearía yo mismo ser maldecido y separado de Cristo \[una definición de ir al infierno\] por el bien de mis hermanos, los de mi propia raza, el pueblo de Israel» (vv.3-4a). Sin embargo, al mismo tiempo Pablo confiaba en que Dios tenía toda la situación bajo control. Dios es soberano, gobierna y reina en Su universo. ¿Cómo podemos equilibrar esta angustia y pasión por los que amamos, con una confianza en la suprema soberanía de Dios?Salmos 89:9-13
1. Da gracias a Dios por Su gobierno y Su reinado
No sabemos la respuesta a todas las preguntas. Pero sí sabemos que Dios tiene el control de Su universo pues este es el mundo de Dios. Él te ama y puedes confiarle no solo tu futuro sino también aquello que le sucederá a todos los demás.
«Tuyo es el cielo, y tuya la tierra; tú fundaste el mundo y todo lo que contiene» (v.11).
No solo creó el mundo, sino que también continúa actuando en la historia. «Tú gobiernas sobre el mar embravecido; [...]. Tu brazo es capaz de grandes proezas; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra» (vv.9a, 13).
«Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Romanos 8:28).
Tú eres el Soberano Señor, eres el creador del mundo y el autor de la historia. Te doy gracias porque puedo confiar en que tienes el control último de todas las circunstancias de mi vida.
Romanos 9:1-21
2. Confía en Su misericordia y Su compasión
«Eso no es justo» es el clamor no solo de niños, sino también de muchos adultos respecto a la fe cristiana.
Después de haber llegado a la «cumbre» de la epístola al final del capítulo 8, Pablo vuelve a reflexionar sobre la raza de Israel en los capítulos 9 al 11. Para él, no era convertirse del judaísmo al cristianismo. Más bien pensaba que convertirse en cristiano era parte del cumplimiento de ser un verdadero israelita y un verdadero hijo de Abraham. Para Pablo, aquello era algo tremendamente personal. Llama a Israel «mi propia raza» (9:3), refiriéndose no a los cristianos sino a los judíos. Ellos eran su familia, había crecido con ellos; asegura que sufre «una gran tristeza y [le] embarga un continuo dolor» (v.2).
Algunos sugieren que después de que alguien se convierte en cristiano no hay más tristeza en la vida. Pero para Pablo, con aquel gran gozo también vino una gran tristeza y dolor. ¡Es una extraña paradoja! Puedes sentir también ese gran dolor por miembros de tu familia o amigos que parecen estar fuera del reino, o puedes sentirlo cuando la gente rechaza a Jesús.
Pablo se preocupó tanto por la salvación de aquellos, que estaba dispuesto no solo a morir por ellos, sino también a «ser maldecido y separado de Cristo» (v.3) lo cual era lo que más aterrorizaba a Pablo.
Moisés expresó una oración similar cuando oró por el pueblo que había pecado contra Dios: «… yo te ruego que les perdones su pecado. Pero, si no vas a perdonarlos, ¡bórrame del libro que has escrito!» (Éxodo 32:32). Dios no aceptaría ni el ofrecimiento ni el sacrificio de Moisés (vv.33-34a) ni tampoco el de Pablo porque sus vidas no podían expiar los pecados del pueblo.
Solo la vida del único sin pecado, Jesús, podía expiarlos. Jesús estuvo dispuesto a «ser maldecido y separado» (Romanos 9:3) por nosotros. No solo estuvo dispuesto; pues su sacrificio fue aceptado y fue eficaz. ¡No hay nada que podamos añadirle!
Sin embargo, para sorpresa y tristeza de Pablo, se da cuenta de que la mayoría de su propio pueblo ha rechazado aquel don extraordinario de redención y perdón. Dios les ha ofrecido (y a nosotros) todo y sin embargo pueden optar por rechazarlo.
Lo que es aún más triste para Pablo, es que son el pueblo elegido de Dios. El Señor en Su soberanía, había escogido al pueblo de Israel: «De ellos son la adopción como hijos, la gloria divina, los pactos, la ley, el privilegio de adorar a Dios y el de contar con sus promesas. De ellos son los patriarcas, y de ellos, según la naturaleza humana, nació Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas. ¡Alabado sea por siempre!» (vv.4b-5).
Con aquel antecedente, Pablo se enfrenta a la pregunta candente que tuvo que atormentarlo durante su ministerio: «¿La promesa de Dios falló?» La respuesta es: «No, no lo hizo». ¿Cuál es entonces la explicación?
Su primera respuesta fue decir, en efecto: «¿Te has dado cuenta de que Dios nunca hizo promesas a todos los descendientes de Abraham?». Luego presenta dos ilustraciones, una de Isaac en comparación con su hermano (vv.6-9) y la otra de Jacob comparado con Esaú (versículos 10-13). En ambos casos la promesa fue dada a uno de ellos y no al otro.
¿Es eso justo? «¿Acaso es Dios injusto?» (v.14a). Su respuesta es que si alguien dice que Dios es injusto, es porque no conoce a Dios.
La doctrina de la elección está basada en la misericordia de Dios: «“Tendré misericordia de quien yo quiera y mostraré compasión con quien yo quiera”. Por lo tanto, es Dios quien decide tener misericordia. No depende de nuestro deseo ni de nuestro esfuerzo» (vv.15-16, NTV). Las palabras «misericordia» y «compasión» aparecen cuatro veces aquí (vv.14-18, NTV). Puedes confiar en Dios sobre tu futuro y el de aquellos a quienes amas. Él tiene el control último, es Su responsabilidad soberana.
La Biblia no va más allá en responder preguntas. Nos habla de la gran compasión de Dios y de Su justicia, nos enseña tanto a elegir como a tener libre albedrío. El libre albedrío significa que somos responsables de nuestras propias elecciones.
Muy a menudo, la verdad en la Biblia, no se encuentra en un extremo ni en otro, ni tampoco en el medio, sino en ambos extremos a la vez. Esto no es un misterio que la Biblia nos resuelva; hay algunas cosas sobre las cuales tenemos que concluir, como el salmista: «Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí, ¡es tan elevado que no puedo entenderlo!» (Salmo 139:6, NTV). Necesitamos aferrarnos a las verdades de la elección y del libre albedrío al mismo tiempo.
Señor, gracias por ser amoroso y misericordioso, lento para la ira y rico en piedad. Gracias por haber muerto por nosotros en la cruz, para que todos los que creen en Ti puedan ser libres. Ayúdame a confiar en Ti cuando mi comprensión falle.
Oseas 11:12-14:9
3. Deja el pecado y vuélvete a Dios
El amor de Dios por ti es incondicional. No nos ama porque lo merezcamos o lo hayamos ganado. Él nos ama sin límites (14:4). Quiere sanar nuestra infidelidad. El amor incondicional de Dios tiene el poder de perdonar nuestros pecados, sanar nuestras heridas y reparar nuestros corazones rotos.
Como indica la versión de Amplified Bible, Dios nos llama a apartarnos del pecado y a volver a Su amor: «¡Por tanto, vuelvan a su Dios! ¡Manténganse firmes en el amor y en la misericordia, en la rectitud y en la justicia, y esperen a su Dios con expectación!» (12:6, AMP). Esto resume el mensaje de Oseas.
Dios llama a Su pueblo al arrepentimiento (14:1-2) y promete: «Yo corregiré su rebeldía y los amaré de pura gracia, [...] lo haré florecer [...]; tu fruto procede de mí» (vv.4-8).
Los pecados de Israel no eran muy diferentes a los pecados del siglo XXI. Por ejemplo, había fraude en la ciudad: «La gente se comporta como astutos comerciantes que venden con balanzas fraudulentas; les encanta estafar» (12:7, NTV); la gente buscaba seguridad en sus finanzas: «Efraín dice con jactancia: “¡Cómo me he enriquecido! ¡He amasado una gran fortuna! En todas mis ganancias no encontrarán que haya pecado en algo”» (v.8).
Cuando Dios bendice nos sentimos satisfechos (13:6a), cuando estamos satisfechos nos enorgullecemos (v.6b) y luego, nos olvidamos de Dios (v.6c). Vemos este ciclo en nuestra nación y en nuestras propias vidas:
«Les di de comer, y quedaron saciados,
y una vez satisfechos, se volvieron arrogantes
y se olvidaron de mí» (v.6).
A pesar de sus pecados, Dios les prometió redención: «¿Habré de rescatarlos del poder del sepulcro? ¿Los redimiré de la muerte? ¿Dónde están, oh muerte, tus plagas? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu destrucción?» (v.14, véase también 1 Corintios 15:55). La muerte ha perdido su poder sobre nuestras vidas a través de Jesús. Cuando nos volvemos a Dios, Él nos promete que floreceremos y echaremos renuevos y que nuestro fruto procederá de Dios (Oseas 14:7,8).
Señor, te pido que perdones mis pecados; recíbeme en Tu gracia, sana mi rebeldía y ámame sin límites. Ayúdame a echar renuevos como una vid y a ser fructífero.
Pippa Adds
Oseas 14:4
«Yo corregiré su rebeldía y los amaré de pura gracia».
Es increíble el efecto de ser amado gratuitamente. Cuando experimentamos este amor de Dios, nuestros corazones cambian.
A través de este amor, Dios ha sanado mucha de mi rebeldía, pero ¡todavía queda un trecho por recorrer!
References
Nueva Versión Inernacional (NVI) Copyright © 1999 by Biblica, IncAbout this Plan
¿Abrumado por la idea de leer la Biblia? Dedique un tiempo cada día a escuchar a Nicky y Pippa Gumbel mientras le explican toda la Biblia en 365 días. Cada día, se explora un tema diferente a través de una selección de escrituras tomadas del libro de Salmos o Proverbios, así como del Nuevo y Antiguo Testamento. Nicky y Pippa brindan comentarios sobre estos extractos para brindar información y aplicación práctica.
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